El partido de los pases frustrados

La verdad, levantarte de la comida familiar del domingo con el segundo plato a medias, subir a Zorrilla en un día de viento y lluvia y presenciar un partido como el de ayer, merece un premio aparte. Pero así es el fútbol. Lo mismo no subes porque te imaginas que va a pasar esto y te pierdes el partido del año. Lo cierto es que para lo único que sirvió el encuentro de ayer fue para generar más dudas en un Valladolid que demuestra que al margen de un sistema u otro, sus problemas tienen más profundidad. Imposible ver tres pases consecutivos, más aún con esa meteorología, a la que desde luego se adaptó mejor el Tenerife, que con un juego sencillo, menos combinativo, fue el que generó más sensación de peligro. El resto para olvidar, o mejor dicho para tomar nota. Lo del playoff no está tan cerca como parece.

El público despidió al equipo con un corta, pero sonora bronca, aunque la de la tarde se la llevó Herrera. Con el equipo intentándolo y el partido a falta de un chispazo para caer de un lado o de otro, el entrenador del Valladolid decide cambiar de dibujo, saca al campo a Sergio Marcos y retira a Raúl de Tomás. Seguro que el equipo técnico tendrá su idea y sus razones, pero la gente prefiere simplificar. Quitar a tu hombre gol en el momento decisivo no lo entiende casi nadie y claro, la grada, que ya había saltado por el mismo tema en el partido del Rayo, volvió a dirigir su ira hacia el banquillo. Total, que la gente salió del campo revuelta, como el tiempo. La recta final fue un desquicie generalizado, los cambios, el árbitro, la expulsión, el aire, los puntos que se van... Uff, pasemos página.