De Lyon a Kiev
● Es una ansiedad para los aficionados. Ya está liquidada la ansiedad atlética, ahora sólo les queda despejar la ecuación Griezmann, al que Messi habla al oído. Y ahora viene la ansiedad madridista: de ganar se trata. No me veo yo a Sergio Ramos gritando menos que “¡Campeones!”, como cantó “¡Campeones!” el Niño Torres a la vez que entonaba su adiós al equipo. Extraña situación, llorar y cantar a la vez. Así es la vida: siempre quedamos subcampeones al tiempo que somos campeones, porque nuestra ambición nunca se sacia. Ojalá gane el Madrid en Kiev. No me imagino a Roncero en el segundo peldaño del palco.