Randolph palmea el triunfo en la décima final
El videoarbitraje confirmó que tocó el balón dentro del tiempo
El Madrid batió al Tecnyconta Zaragoza en un duelo de ritmo NBA. Partidazo de Ayón (20+12) y muy bien Seibutis y Okoye. Llull lanzó el tiro final, el balón tocó el aro y antes de que entrara Randolph lo remachó. Una décima después y no hubiera valido.
LA CRÓNICA
Con permiso de la mirada de los entrenadores, siempre exigente, los aficionados se lo pasaron en grande en el WiZink Center, mejor incluso de lo que esperaban. El Tecnyconta Zaragoza vino a ganar y a jugar. Hizo lo segundo de maravilla y rozó lo primero. Planteó un partido descarado y anduvo cerca de tumbar al Madrid con un tanteo casi centenario.
Era una etapa de alta montaña para los de Porfirio Fisac y no dejaron de atacar. No rompieron en ningún repecho, pero llegaron muy vivos a los últimos kilómetros. A falta de cuatro minutos, un robo de un fantástico Seibutis ponía el 85-89, el Madrid contestaba con un 8-0 y de nuevo el lituano lo igualaba todo con un triple: 94-94. Llull anotaba rápido y Okoye le replicaba en cuatro segundos, apenas restaban diez y la prórroga asomaba. Bola otra vez para Llull, que repitió. Optó por la penetración para acabar con un buen tiro dentro de la zona. El balón botó en el aro e iba a caer dentro… entonces saltó Randolph y lo remachó. Palmeo ganador, aunque estuvo a punto de invalidar la canasta porque su acción rozó el fuera de tiempo. Llull le miraba inquisitorial y Randolph parecía disculparse. Para evitar riesgos quizá no debía haber tocado la pelota. El videoarbitraje confirmó pronto la validez de la canasta y del triunfo. Los dos sonrieron. Los blancos siguen la estela del Barça.
La mañana nos regaló uno de esos partidos de los que hablaba Pesic el otro día, de esos que según él “no son baloncesto”, uno de ritmo NBA, muchos puntos y pocas nueces en defensa. Un juego más fino, que diría Rick Pitino. Mientras, Laso se giraba a menudo hacia sus ayudantes en el banquillo y les ponía cara de incredulidad. Demandaba mayor concentración atrás y con los cambios intentó variar la dinámica, pese a que Campazzo y Taylor descansaron y Tavares, vestido de corto, tampoco jugó.
El Madrid encadenó pequeñas reacciones que le permitieron compensar desventajas de ocho y nueve puntos (39-48), pero lo hizo desde el talento. La inapetencia defensiva se mantuvo, aunque para que las costuras queden al aire alguien debe tirar de la tela. Lo logró un gran Zaragoza, reflejo de la idea solidaria que tiene Fisac de este deporte. Su equipo no fue un espejismo ni se desvaneció en la segunda parte. Al ritmo le acompañó la emoción. Seibutis ejercía de hilo conductor de la trama. Le secundaban Nacho Martín, Okoye y Fran Vázquez. Respondía Ayón con un partidazo (20+12+3). Y Llull y Randolph. Un thriller bien resulto.