El rostro brasileño
La cara es el espejo del alma. Otro futbolista tocado por el sabor omnipresente del ajo y por ese ojo que te mira mal y es el maldito azar es Coutinho, que vino al Barça con poderío y se ha ido diluyendo en la nada cotidiana de la que escribía la cubana Zoe Valdés.
No es nada y no hace nada por ser mejor que su sustituto, Dembélé. Su porvenir es el rescate, pero en su cara está la dimisión, una tristeza que parece una sonrisa demediada, una resignación que rompe la tradición facial de los brasileños. Ya tiene rostro de canción triste de Vinicius de Moraes.
Lo siento. En esos pies hay fútbol; en esa cara hay saudade.