AS (Valladolid)

● Recta final del Abierto de Australia en Melbourne ● La española aspira a su tercer Grand Slam ● Thiem derrotó a Zverev

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Estados Unidos

Nueva York,

América,a Pembroke Pines (Florida), lo hicieron con poco dinero, pero sobrevivie­ron. Y Sofia, o Sonya, como le llaman sus allegados, pudo empezar a jugar al tenis con sólo cinco años, a instancias de su padre, que había practicado como aficionado.

Rick Macci, prestigios­o entrenador que había llevado a

Roddick, Capriati, Sharapova, Serena y Venus Williams, entre otras estrellas, se fijó en la niña. La entrenó hasta los 12 años (ahora lo hace su padre). “Era una pequeña criatura aterradora, tenía un coordinaci­ón impresiona­nte y una gran habilidad para golpear a la pelota nada más botar, aunque su raqueta era más grande que ella”, contó Macci. Y era cierto. Cuando tenía siete años, dijo que ella sería capaz de restar un saque de Roddick, en un vídeo que se hizo viral y en el que se veía que usaba la misma raqueta con la que jugaba Andy, que fue número uno del mundo en 2003 y 2004. El extenista

Roland Garros 1998 Roland Garros 1994 US Open 1994 Roland Garros 1989

Wimbledon 2017 Roland Garros 2016

Wimbledon 1994 rescató esas imágenes el pasado jueves para felicitar a Kenin. También se hizo famosa una foto de Sofia en aquella época en la que se le ve ilusionada en brazos de Kournikova.

Pronto se convirtió en niña prodigio y llegó a participar en una exhibición con Jim Courier contra Venus Williams y Todd Martin. Como júnior ganó la Orange Bowl, aunque su mayor éxito en

Grand Slams fue ser finalista en el

US Open de 2015. Ese año participó en el cuadro sénior, aunque no pasó de la primera ronda. De hecho, su explosión ha sido tardía y llegó el año pasado, cuando ganó sus tres primeros títulos, en Hobart, Mallorca y Guangzhou, y fue finalista en Acapulco, éxitos que le colocaron en el top-20 (saldrá de Melbourne como mínimo novena, séptima si levanta el título) y se llevó el premio a la jugadora de mayor progresión de la WTA. En dobles venció junto a Genie Bouchard en Auckland y con Bethanie Mattek-Sands en Pekín. En Roland Garros no pasó de octavos, su tope hasta entonces, y medio año después está en la final del Open de Australia, la más joven que la alcanza en más de una década. Le encanta el cine, salir con amigos, la música, su iPhone, viajar y jugar con su hermana y sus amigos. Así es Sofia Kenin, la niña que pasó del frío de Moscú al calor de Florida... y de Melbourne. grande

Ay, si Ronaldinho hubiese querido!”... He oído tantas veces la misma sentencia que si me hubiese tomado un chupito por cada una tendría un serio problema con el alcohol. En realidad, puede que lo tenga. Eso explicaría muchas cosas, incluido este arranque tan desangelad­o. El caso es que, a los simples mortales, nos sucede mucho esto. Vemos a un genio en cualquier disciplina, nos quedamos prendados de su naturaleza excepciona­l, lo disfrutamo­s un cierto tiempo e inmediatam­ente nos quedamos a vivir bajo su piel, lo que, al parecer, nos da derecho a juzgar toda su carrera y hasta una gran parte de su vida privada.

AGarbiñe Muguruza, por ejemplo, le negamos por sistema ese derecho fundamenta­l de cualquier ser humano a tomárselo con calma. Mientras usted lee esta columna —ojalá con un buen vermut y unas bravas delante— puede que Garbiñe se haya alzado ya con el primer Grand Slam de la temporada o puede que no, tampoco tiene mayor importanci­a. A quienes han dudado tantas veces de ella, a quienes han puesto en solfa su profesiona­lidad o su amor por el tenis, a los que deslizan en sesudos análisis que le interesa más la moda que el deporte, o las alfombras rojas que las pistas de juego, los ha sacado Muguruza de la pista a raquetazos para regresar a una élite que abandona cada cierto tiempo, puede que por voluntad propia.

Esólo

s usted un triunfador, Lebowski?”, preguntaba el otro Lebowski, el millonario cornudo y paralítico, al personaje interpreta­do por Jeff Bridges en la famosa película de los hermanos Cohen. Esa ha sido siempre la cruz de Muguruza, a la que cualquier atrevido sin más palmarés que la Primera Comunión se atreve a juzgar por no ser una caníbal de su profesión, por tener vida más allá del tenis. Por no ser, en definitiva, Rafa Nadal. “Yo no soy el sr. Lebowski, usted lo es. Yo soy El Nota. Así debe llamarme, ¿entiende? Así o Su Nottísima, o Noti... O El Notariano, si no le gustan los nombres cortos”. Esa es nuestra Garbiñe, su Notíssima Majestad de la raqueta... Y aguanta, vaya si aguanta.

Viral Con 7 años dijo que sería capaz de restar un saque de Roddick

A Muguruza le negamos ese derecho fundamenta­l de tomárselo con calma

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Sofia Kenin, tras tumbar a Ashleigh Barty en semifinale­s.

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