Bale sólo vale para las finales
El titular de esta columna de opinión puede parecer infantil y simplista, pero responde a una cruda realidad que perseguirá al galés cuando se haga el recuento definitivo a su desconcertante paso por el Bernabéu. Si sólo hablásemos de las finales
Bale sería un jugador top, un number one, para que él me entienda. Valoro su megagol en Mestalla, con
Bartra de sufrido testigo, su gol de cabeza al Atleti en la prórroga de Lisboa y su doblete determinante en la final de Champions en
Kiev, con la colaboración inestimable de mi admirado
Karius en el segundo gol de su serie... Si hablamos sólo de finales, Bale sí que vale.
Pero resulta que los años tienen 365 días (en 2020 serán 366 al ser bisiesto) y que hay que retroceder seis años atrás (¡1.412 minutos!) para encontrar el último gol del británico en un partido de eliminatorias de Champions. Una cifra paupérrima para el futbolista que ha pasado a ser el mejor pagado de la plantilla tras la llorada marcha de Cristiano. Meter goles en las finales que ayudan a conquistar títulos es perfecto, pero esto es como si los arquitectos navales sólo fuesen a los astilleros el día de la botadura del barco... Por eso me gustaría que mañana, aunque imagino que Zizou no me hará caso, salga de inicio Vinicius junto a Benzema. El brasileño representa el hambre, la ilusión, el presente y el futuro. Y Bale es... Bale.