Su venta al Torino por 25 millones salvó a un Atlético en apuros
Joaquín Peiró (Madrid, 29-11936), leyenda del Atlético, falleció ayer en Madrid a los 84 años. Una noticia que llenó de pesar a todos aquellos que le conocieron, trataron, admiraron y disfrutaron. Peiró fue un futbolista extraordinario y como entrenador hizo grandes campañas especialmente en el Málaga, donde su fallecimiento impactó de manera muy sentida.
Criado en el Madrid de la posguerra se forjó como futbolista en la histórica Ferroviaria, un club madrileño que llegó a jugar en Segunda. En 1954 ingresó en el Atlético y, tras una cesión al Murcia, pronto dejó impronta de su clase y un carisma colosal que hicieron de él uno de los primeros mediáticos en España. Veloz y de enorme zancada, llevaba el 10 y tenía como compañero a Collar, un gran extremo rival de Gento en la Selección. Peiró y Collar formaron lo que los buenos atléticos conocieron como “el ala infernal”.
El Galgo de Cuatro Caminos, como se le apodaba, ganó con los rojiblancos dos Copas (60 y 61), ambas al Madrid en Chamartín, y la Recopa del 62 a la Fiorentina. En todas esas finales marcó. Era un gran Atlético aquel donde se recitaba de memoria su ataque: Jones, Adelardo, Mendonça, Peiró y Collar. Sus brillantes actuaciones llamaron la atención de Italia y, tras siete temporadas de rojiblanco, el Torino le fichó por 25 millones de pesetas (unos 150.000 euros). Era el tercer
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