Durante el parón se mentalizó para adaptarse al ataque
Pocas veces un partido ha cambiado tanto la vida de un futbolista como el de Anfield para Marcos Llorente. El ‘14’, que por entonces ya estaba acumulando minutos como interior derecho, sustituyó a Costa a los 56 minutos con el marcador 1-0 en contra que obligaba a acudir a la prórroga para dirimir al vencedor entre el Liverpool y el Atlético. Cuando todo se puso en contra, con el 2-0 para los ingleses, emergió la colosal figura de Llorente para dar la vuelta a la tortilla con un doblete que clasificaba a los rojiblancos y poniendo la puntilla con su asistencia para el gol de Morata (2-3).
Pero, en plena euforia por eliminar al vigente campeón de la Champions, la competición se paró por la pandemia. Lo que podía ser un contratiempo para la moral de Llorente, se convirtió en todo un aprendizaje para adaptarse a la posición de delantero. Más de tres meses sin competir, pero siguiendo un plan consensuado con Simeone para comenzar a pensar como un jugador que vive cerca del área rival, estudiando sus movimientos, desmarques y golpeos tras toda una carrera profesional como pivote. Combinado con un estado físico extraordinario, Llorente volvió como un tiro.
Si para todos fue una sorpresa ver al ‘14’ regresar del parón ejerciendo como delantero, se ha convertido en toda una realidad. Desde entonces ha ido acumulando minutos y a pesar de la saturación de partidos, Llorente ha sido titular en siete de los últimos nueve encuentros del Atlético en Liga. Si antes del parón había disputado 723 minutos en Liga, el 30,9% de los que había estado disponible (2.340), ahora, como gran protagonista del equipo, suma 642 de los 990 posibles, el 64,8% de los minutos. En un año de transición del Atlético, Llorente ha vivido la suya propia, desde complemento en el centro del campo a desequilibrio en la delantera.
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