Pablo jugó el quinto set con molestias en la zona lumbar
Los azares de la vida, por una descalificación de Novak Djokovic que en cierta medida provocó él con sus aciertos, y sus propios méritos le dieron a Pablo Carreño otra oportunidad de brillar en un Grand Slam y el gijonés no la desperdició. Pasadas las 01:00 de la madrugada de ayer en Nueva York, sobre las 7:07 de la mañana en España, y en uno de los mejores partidos de lo que va de torneo, Carreño ganó a un Denis Shapovalov ultraofensivo y jugará por segunda vez las semifinales del US Open. Su ya famosa solidez desde el fondo de la pista, una determinación increíble que se gana con la experiencia (29 años) y su memorable actuación, sobre todo con el revés, le dieron a Pablo una victoria de las que tardará mucho en olvidar por tratarse de un major y porque la consiguió en una batalla de más de cuatro horas que se decidió en cinco sets con dos desempates en los que estuvo excelso: 3-6, 7-6 (5), 7-6 (4), 0-6 y 6-3.
Ni el comienzo arrollador del canadiense, ni el rosco que encajó en la cuarta manga, cuando se dejó llevar inteligentemente tras encajar dos quiebres, ni los dolores en la zona lumbar por los que tuvo que pedir la asistencia del fisio antes del definitivo quinto parcial impidieron que Carreño obtuviera el premio de enfrentarse mañana a Alexander Zverev por un puesto en la final.
“Estoy destrozado, pero muy feliz tras esta lucha. Es increíble estar de nuevo en las semifinales. Trabajé muy duro con mi entrenador (Samuel López) durante la cuarentena y los resultados
Un titán