“Antonio Martín y yo vemos el futuro igual”
—En la última entrevista concedida a AS, el día que se cumplían cuatro años de su elección, hizo un viaje retrospectivo sobre su primer mandato. ¿Qué espera de estos cuatro?
—Mire, presentarse a una reelección parece algo así como: “He estado ahí cuatro años; la cosa ha ido bien, pues continúo”. Pero no quería que fuese así, quería sentirme ilusionado. Este verano decidí hacer una reflexión de entre 24 y 48 horas con mi familia. Sólo quería seguir si me ilusionaba el futuro. Hablar de ilusión, con la que está cayendo, puede sonar hasta frívolo. Pero es que a mí me ilusiona el baloncesto español en los próximos cuatro años. Y mi esfuerzo está siendo transmitir esta ilusión a mi equipo. Me cabe la precaución, pero no me cabe el pesimismo.
—¿Es que ha pensado irse?
—No es eso; es que necesitaba saber por qué me presentaba. A veces te ponen un carril, eres un tren y..., muchas veces te planteas si ese reto nuevo tiene un porqué. Yo necesitaba saber qué quería hacer en los próximos cuatro años.
—66 votos a favor y sólo seis en blanco. ¿Lo ha hecho muy bien o le han cogido miedo?
—Puedo infundir muchas cosas, tal vez por mi aspecto (risas), pero por mi forma de ser..., no creo que miedo. Lo que hemos respetado, creo, es la discrepancia. Y hasta nos hemos beneficiado de ella. La discrepancia leal te hace aprender, y trabajar. Y mejorar. Le hemos dado altavoz a todo el mundo. Contar con el apoyo del 92% de asambleístas que se han desplazado expresamente a Madrid con lo que vive esta comunidad es de agradecer. Me siento orgulloso de los éxitos económicos y deportivos. Pero sobre todo me siento orgulloso de estar delante de los asambleístas y darle las gracias a Antonio Martín, a los árbitros, al colegio de entrenadores... —Las industrias se transforman en estos días de pandemia. ¿Cómo va a transformar usted el baloncesto español? —Los deportes tenemos una virtud o un defecto: necesitamos jugar. Al principio de todo, decíamos que jugar sin público... Pero es que la otra opción es no jugar. Y todos queremos jugar. Primero, porque no podemos desaparecer de la vida de las personas. Lo vemos con las audiencias. Estamos sobreaudienciados, y me invento una palabra. Porque la gente quiere consumir deporte y hay que darle acceso, aunque sea con visualizaciones. Gracias a nuestros departamentos de comunicación y marketing, y a la ayuda de los jugadores lo hemos conseguido.
—En la ACB, incluido dentro del deporte profesional por el Gobierno, no entra público. En el deporte ‘amateur’, sí. ¿Cuál es la postura de la FEB?
—El criterio principal es la salud, de los deportistas y de la afición. Es innegociable. Nos gustaría que hubiese público en las canchas, pero mandan las autoridades. También ha habido controversia sobre la profesionalidad. ¡Claro que una jugadora de la Liga Endesa femenina o un jugador de la LEB Oro es profesional! Pero aquí la línea la marcan las comunidades autónomas. Nos gustaría que hubiese un denominador común, pero el país está estructurado así.
—Hace unos meses pretendía un aumento de un 11-12% de las fichas. ¿Es posible en este contexto?
—La gente quiere jugar al baloncesto y nosotros queremos crecer, pero necesitamos un efecto llamada. Por eso, una de las claves de los próximos cuatro años va a ser, con el motivo del centenario de la FEB en 2023, un calendario de grandes eventos más allá de la actividad ordinaria. Cada vez que hemos organizado un gran evento, las licencias han subido. En 2018 con el Mundial de Tenerife, 20.000 niñas más jugaron al baloncesto. El objetivo, ambicioso pero real, es que en 2023 la FEB sea la mejor federación de baloncesto del mundo.
—¿La era COVID-19 aconseja reducir competiciones o incluso aumentarlas, como en el baloncesto femenino, a tres divisiones nacionales?
—Hace muy pocas fechas, se aprobaron dos medidas en comisión delegada: una, la ampliación de cara a 2021 a tres divisiones; y otra ampliar a 42 equipos la Liga femenina 2. Hay quien tenía sus reticencias... y se han quedado equipos fuera. Es un indicativo. La ambición llama a la ambición. Cometeremos errores, pero lo que no voy a permitir es el inmovilismo.
—El fondo de maniobra económico de la FEB era positivo en marzo. ¿La situación sigue siendo óptima?
—Si esta pandemia nos hubiese llegado en 2018, estaríamos hablando de una situación más complicada. Hemos podido acometer la Supercopa femenina, hacer un convenio con médicos de toda España, comprar PCR por todo el país... Hablamos de 3.500 partidos. Se pueden hacer esfuerzos para proteger la salud de los deportistas. Y se pueden acometer grandes proyectos como, por ejemplo, el Eurobasket 2021 femenino. Sin esa credibilidad económica, sería imposible.
—Tres preguntas institucionales. La primera. ¿Está la FEB mejor posicionada que nunca en la FIBA?
—Sólo puedo tener palabras de agradecimiento a la FIBA. Nos sentimos representados. No es una cuestión de acaparar poder y sillones, sino de estar donde se toman decisiones para ayudar. Me siento respetado. Los directivos que están en las respectivas comisiones se sienten respetados.
—Segunda. ¿La relación con la ACB es la mejor en años?
—La relación es extremadamente buena. Vamos a tener disparidad de opiniones pero lo dije ante la Asamblea el otro día. Agradecía a su presidente,
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ACB