El Rayo golpea d
Comienzo trepidante del Leganés con un gol de Ibáñez en el minuto doce ● Remontada del equipo vallecano, que gana los dos asaltos y disputará la final
EI Leganés amagó con una histórica remontada para meterse en la final del playoff, pero allá donde su corazón palpitó esperanza, sus pulmones no acompañaron con oxígeno. Su huracanado inicio, gol de Ibáñez incluido (12’), fue el prólogo de la impotencia, ésa que creció conforme pasaron unos minutos que mermaron las energías locales al tiempo que aumentaba la confianza visitante, infranqueable cuando Sergio hizo en propia puerta el tanto del empate (66’) y Andrés, el 1-2 (80’). El Rayo se clasificó para la final del playoff que disputará ante el Girona merced a la goleada de la ida, pero también a la gestión inteligente de un partido en el que sólo en su comienzo sintió algo parecido a la zozobra.
El aullido de la grada desgarró la tarde pepinera apenas inició el calentamiento. Eran pocos, pero ruidosos. Vacío en las butacas, pero lleno en el alma. Unos 1.500 gritando como 12.545. Para bastantes jugadores locales, su primera vez. Sólo cuatro habían jugado sobre esa pradera con público a favor. Desvirgados en la pasión de Butarque, los ánimos burbujeaban mientras el Thunderstruck de AC/DC sonaba preludiando la alineación. Aquello era himno celestial de acordes infernales. Notar su calor era estar en el Olimpo. Butarque volvía a ser Butarque 466 días después.
Ceremonia de la excitación que derivó en un inicio loco. De presión blanquiazul desatada con fútbol alegre. Querían los de Garitano marcar pronto. Para lograrlo, un once ofensivo y Silva y Palencia convertidos en autopistas celestiales. Las bandas eran el camino. Y por ahí percutió un Leganés que convirtió sus ocasiones en un goteo constante buscando ser tsunami que arrasara a un rival tembloroso. El Rayo inició con miedo. Por los costados se le colaba el pánico. Pardo tuvo la primera de falta que inventó Miguel. Luego el propio Miguel rozó el gol. Catena evitó la de Palencia. Empuje infructuoso hasta que en el 12’ hilvanaron los locales una jugada de espacios y violines.
Javi Hernández la cedió al hueco para Silva y su centro raso lo dejó pasar Miguel para que Ibáñez la reventara a las mallas. No se había cumplido