Contra viento y marea
El Madrid arrasa en el rebote y sigue en pie en plena tormenta de bajas ● Rudy es el último en caer ● Causeur, magnífico
No sabemos cómo, pero el Madrid sigue en pie y ganando. Suma victorias al mismo ritmo que lesionados (o casi). El Valencia desperdició una ocasión única para poner al campeón de la fase regular contra las cuerdas y los de Laso alcanzaron su triunfo número 63 de la temporada en 83 jornadas, mientras que la cuenta de los ausentes ronda los 200 partidos de baja entre toda la plantilla. A los caídos Laprovittola, Llull, Abalde, Randolph, Thompkins y Reyes se unieron este domingo Rudy y Garuba, ambos con molestias musculares. Las del alero mallorquín en la pierna derecha parecen más preocupantes que las del canterano en un gemelo.
La respuesta a tanta adversidad fue no parar de competir, de defender y de luchar para llegar a una cifra colosal de 52 rebotes (17 ofensivos) frente a 33 de su adversario. Causeur estuvo magnífico en casi todo y cara al aro (24 puntos), también
Center recuperaba el público 15 meses después, aunque apenas mil personas sentadas en los laterales y con gran distancia entre ellas. A los blancos, que habían empezado el curso con Campazzo, Laprovittola y Alocén de bases más la ayuda de Llull y Abalde, solo les quedaba Alocén, que se tomó el primer respiro al final del primer cuarto, momento en el que se estrenó Juan Núñez, con 17 años y dos días, el 16º canterano al que Laso hace debutar.
En el caso de Núñez con 6.211 días, es decir, el cuarto más joven en participar en un playoff tras Ricky Rubio, Luka Doncic y Juan Pedro Cazorla. El canterano merengue cumplió porque con él en acción el equipo siguió en su línea, que no es poco.
El Madrid salió en tromba pese a sus limitaciones, con un dominio abrasador del rebote y un elevadísimo acierto en el triple (Taylor, 3 de 3). Luego cogería el pulso Causeur, directo y con confianza. La brecha se abrió hasta el +16 (30-14) antes de que Dubljevic tirara del carro y sus compañeros se serenaran, tocaba seguir el plan. Pívots abiertos para abrir el campo, y para lanzar de tres, y los bajitos penetrando. Un parcial de 14-27 los devolvió al duelo (44-41) y… el juego se enloqueció: porcentajes paupérrimos y dominio omnímodo del Real en las capturas. Mandaba Tavares (aún lejos de su mejor nivel e incluso así 17+11) y mandaba Garuba, una turbina.
La sentencia la rubricó un inspiradísimo Causeur, que ejerció de base en el segundo y último descanso de Alocén (muy corto) al tiempo que Poirier y Tavares coincidían en cancha. Un pequeño fracaso taronja, que desaprovechó una enorme ocasión de hincarle el diente a los blancos. ¿Lo mejor? Que quizá encontró el norte con todo perdido: emboscar a los bases rivales. Mañana, más.