AS (Valladolid)

El dardo de

- RAFA PAYÁ /

El impresiona­nte tatuaje de un antiguo guerrero griego lanzando la jabalina que ocupa gran parte de la zona izquierda de su espalda queda diluido al ver acercarse al impresiona­nte atleta alemán de 1,88m y 103 kilos. Su envergadur­a, corpulenci­a y brazo derecho recuerdan la imagen preconcebi­da de Hércules, el héroe heleno de fuerza superlativ­a que evoca el dibujo que lleva impreso en la zona dorsal. Nacido en Dresde hace 28 años, Johannes Vetter, está llamado a borrar al mito Jan Zelezny de los libros de récords y llevar el dardo más allá de los 100 metros, pese a las normas impuestas en 1986 para evitarlo.

Uwe Hohn llegó a 104,80 metros y los riesgos para jueces, participan­tes, fotógrafos e incluso público llevaron a modificar la normativa reduciendo el área de la superficie y desplazand­o cuatro centímetro­s hacia adelante el centro de gravedad de la jabalina. Esto permitía, además de aumentar la seguridad, que el proyectil tendiera a caer de forma más vertical facilitand­o la medición al clavarse en la hierba. Y las tres cifras desaparecí­an de la lógica... hasta la aparición de Zelezny y ahora de Vetter, el coloso al que no parecen afectarle las condicione­s de viento ni temperatur­a.

A por el mito. El checo, triple campeón del mundo y triple oro olímpico, alcanzó en mayo de 1996 los 98,48 y cerró ese año con 14 tiros por encima de 90 metros. Nadie osó retar al lanzador de Mladá Boleslav hasta que Vetter ha igualado en la pasada Superliga de Polonia los cinco concursos consecutiv­os que Jan tenía superando los 90 y con el 96,29 que firmó ya tiene la segunda y tercera mejor marca de la historia post 1986. Y lleva 9 tiros de más de 90 en 2021... aunque una lesión en el cuádriceps le tendrá parado unas semanas. “Mucha gente pensaba que no era posible que nadie lanzara de nuevo 95 o más. Lo hice y hay mucho espacio para mejorar. Pequeñas diferencia­s pueden hacer una grande de muchos metros. Sí, veo posible llegar a 100 porque físicament­e se puede. Alguien podrá hacerlo, espero ser yo (risas)”, asegura Vetter, que trabajó duro mentalment­e para superar la muerte de su madre por un tumor cerebral y peleó contra el tobillo izquierdo que no respondía a los tratamient­os.

Carrera rápida y ágil de más de 30 metros, mano de lanzamient­o alta en relación con el hombro, jabalina alineada a los ojos con la dirección prevista, ángulo de ataque mayor a sus rivales que ejerce un efecto aerodinámi­co positivo sobre el vuelo, capacidad de transmitir al dardo toda la energía de la carrera y el movimiento perfecto del brazo acelerando hasta

Rotundo “Pequeñas diferencia­s pueden hacer una grande de metros”

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