Alerta máxima: “No se acerquen a las ventanas”
Nîmes acogió la Vuelta en 2017 con susto incluido
Nîmes es una ciudad clásica en el Tour, pero también ha acogido otra grande: la salida de la Vuelta de 2017. Aquel 19 de agosto, el BMC ganó la crono por equipos sobre 13,7 kilómetros y vistió con el maillot rojo a Rohan Dennis. El trazado gozó de la originalidad de cruzar Les Arènes, el anfiteatro romano del año 27 a. C. reconvertido en plaza de toros.
Muy cerca del coso y de la estatua de Nimeño II se encuentran el Museo de la Romanidad, que en esos días albergó la oficina permanente y la sala de prensa, y la estación de tren de Nîmes Sur. Poco después de que Dennis bajara del podio, en torno a las 21:30, ambos lugares se iban a convertir en protagonistas por un suceso que generó caos y confusión, e incluso miedo… Por una alerta terrorista que acabó en falsa alarma.
A esa hora, una agente de policía se acercó al museo, a sólo 700 metros de la estación, para comunicar a los periodistas y los organizadores que aún trabajaban en su interior que no podían salir del edificio: “No se acerquen a las ventanas y permanezcan aquí encerrados hasta nueva orden”. Nîmes estaba en alerta máxima, porque dos días antes se habían producido los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils, con 14 muertos. La ciudad francesa se halla a 400 kilómetros y conectada directamente por tren.
A partir de ahí circularon noticias sin contrastar que hablaban de un tiroteo, de tres activistas, de un terrorista abatido… Tampoco ayudó a aclarar la situación la actitud de otros acreditados que ya cenaban tranquilamente en el centro de la ciudad, desde donde desmentían la alarma. Ni una cosa, ni la contraria.
Lo que sucedió realmente fue la aplicación del protocolo de seguridad ante una sospecha en la estación. Un individuo con una pistola de fogueo en una mochila provocó que la policía acordonara el recinto y evacuara sus alrededores. “Llegaron varias furgonetas y los gendarmes nos gritaron que nos fuéramos de allí”, explicó la reportera Ainara Hernando, testigo directa del despliegue. La policía inmovilizó un tren y recorrió sus vagones para descartar peligros. A las 22:40, la Prefectura de Gard dio por finalizada la operación. El susto pasó. Los periodistas se acercaron otra vez a las ventanas. Y hasta pudieron cenar.