Salto a los Pirineos
Mollema se exhibe en la víspera de Andorra ● Guillaume Martin sube a la segunda plaza del podio, a 4:04
Bauke Mollema es un ciclista curtido en mil batallas, que corre su 11º Tour, que también es su 19ª gran ronda. Hace tiempo soñaba con comerse el mundo, su victoria en el Tour del Porvenir 2007 le proyectaba al futuro. Y bien que lo intentó. Tiene un podio en la Vuelta 2011, donde fue un día líder. Se metió en el top-10 de París durante tres ediciones consecutivas, de 2013 a 2015. El neerlandés de Groninga exprimió sus cualidades, y llegó a donde llegó, que no fue poco, con etapas también en esas dos grandes y con clásicas del calibre de San Sebastián y Lombardía, todo un Monumento. Un buen ciclista. Muy bueno. Después de moldear un interesante palmarés, sabe cuál es su sitio, conoce sus límites a sus 34 años, que en noviembre serán 35. Y con esas piernas, y esa experiencia, aprovechó la etapa de media montaña de ayer para añadir otra perla en el historial.
Mollema tiene el perfil perfecto para este tipo de etapas, un recorrido ondulado entre Carcasona y Quillan que marcaba la travesía a los Pirineos con tres puertos de segunda y uno de tercera, ideales para pulir las piernas en las puertas de Andorra. Un día cantado para los aventureros. En estas escapadas masivas del Tour, ya es conocido, no entra cualquiera. Por allí desfila siempre la segunda línea de la carrera: veteranos gloriosos, cazadores habituales, gregarios liberados, jóvenes meritorios… Gente como Mollema, sí. Y también como Chaves, Woods, Higuita, Fraile, Rolland, Poels, Cattaneo, Guillaume Martin, Konrad… Calidad rebosante.
Estocada. El espigado holandés sabía que con estos compañeros de viaje tenía que calcular muy bien la estocada. Ya había pasado otras veces por esta misma situación, muchas veces… Sin ir más lejos, en este Tour, en la jornada del doble paso por el Mont Ventoux. También en aquella gloriosa 15ª etapa de 2017, cuando se impuso en Le Puy en Velay con una resolución similar, un ataque a 25 kilómetros sobre una veintena de fugados, con una cota todavía por el camino. El Col de Saint Louis, que se coronaba a 17 km, se erigía ayer en el mapa como el punto caliente para decidir el triunfo, pero Mollema prefirió no esperar hasta entonces. Demasiado obvio. El corredor del Trek arrancó una veintena de kilómetros antes, en territorio de sorpresa y de dudas. Los perseguidores, entre los que figuraba Omar Fraile, que esta vez sí obtuvo permiso del Astana para jugar sus cartas, ya no volvieron a verle hasta la meta de Quillan.
Entre esos perseguidores estaba Michael Woods, el líder del Israel por delante de Chris Froome, atleta de mediofondo en sus tiempos jóvenes, que peleó los puntos de la Montaña hasta arrebatar el maillot de lunares a Nairo Quintana, que se reservó en la lucha para jornadas de puertos más altos y de reparto más fructífero. Quizá para Andorra. Hoy. El desafío de las águilas promete chispas.
Mención aparte merece el filósofo Guillaume Martin, otro triunfador de la jornada, que aprovechó el trayecto para saltar al podio virtual del Tour, segundo a 4:04 minutos del amarillo. Ahora falta por saber si es un invitado ocasional en el cajón, como ocurrió con Ben O’Connor tras su hazaña de Tignes, o si puede aprovechar la progresión para soñar con los Campos Elíseos. Martin, un buen escalador, fue el único de los gallos que entendió que esta media montaña también era una catapulta para la general. Ya se había visto en Le Creusot, una semana atrás, que Tadej Pogacar y el UAE Team sufren en este terreno, pero nadie más probó suerte, todos se reservan para los Pirineos, para este primer capítulo de Andorra con tres puertos de primera y Beixalis a un descenso de la meta. Mañana es descanso, así que ya no se puede dejar para el día siguiente.
Montaña Woods arrebata el maillot de lunares a Nairo Quintana