AS (Valladolid)

A la sombra de Carolina

Clara Azurmendi estará en Tokio

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Miguel Delibes tituló su primera novela La sombra del ciprés es alargada. En España, la sombra que proyecta Carolina Marín, triple campeona mundial, es tan alargada que no deja ver a otros jugadores como Clara Azurmendi. Una joven donostiarr­a que se mudó a Madrid con 14 años para centrarse únicamente en el deporte del volante. Con 23 cumplidos el pasado mes de mayo, Clara vivirá unos Juegos Olímpicos.

Toda historia tiene su comienzo. “Yo juego al bádminton por él”, manifiesta Clara. Se refiere a José

Domingo ‘Txomin’ Madinabeit­ia. Fallecido en 2016, el marianista fue uno de los referentes (si no el que más) de este deporte en Guipúzcoa. Y en concreto, en el Summa-Aldapeta, colegio donde estudió la jugadora. Él era quien confiaba siempre en nuestra representa­nte en Tokio (Pablo Abián será el masculino). Intuía que llegaría muy lejos. Solo le pedía que no dejara de sonreír y de disfrutar.

Tras la grave lesión de Carolina Marín, España se podría haber quedado sin presencia en el bádminton femenino. Sin embargo, la discípula de Txomin ocupaba el puesto 41 del ranking mundial. Y debido al resto de bajas, el puesto de España lleva su nombre. “Sabía que se iba a clasificar desde el 5 o 10 de junio”, cuenta Arturo Ruiz, su entrenador y actual director técnico de la

Federación Española de Bádminton. Algo que también la protagonis­ta conocía, pero “faltaba que saliera la lista”. Recibió la noticia en su tierra, con sus familiares y con “las mariposas en el estómago y el hormigueo” propias de un momento así.

En su anuncio personal por las redes sociales se acordó, entre otros, de Carolina Marín con las siguientes palabras: “Has sido, eres y siempre serás una referente”. La guipuzcoan­a no solo tiene la suerte de compartir entrenamie­ntos en el Centro de Alto Rendimient­o con la actual campeona olímpica, sino que tiene el privilegio de poder sentirse una amiga de la onubense. Pero ambas tienen claro que dentro del pabellón son “compañeras pero rivales”. Marín es para Azurmendi un ejemplo en todo. La considera una “megacrack”, la jugadora más fuerte mentalment­e del circuito. “Si quiero llegar a su altura tengo que esforzarme más”, admite.

Comparte con su amiga y rival su mismo objetivo de cara a sus primeros Juegos: “Ella en Londres iba como yo ahora. Iba a disfrutar”. Carolina cayó en fase de grupos. Hoy seguro que la medallista en Río 2016 desea que su amiga supere su marca en su debut olímpico. Y seguro que Txomin, desde donde esté, tendrá una sonrisa en la cara al verla cumplir su sueño.

Espejo “Para llegar a la altura de Carolina tengo que esforzarme más”

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