La primera ‘burbuja’ de España, rumbo a los Juegos
■ Cerca de 130 olímpicos y miembros de los diferentes cuerpos técnicos de España pusieron ayer rumbo a Tokio. La delegación partió desde el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas.
No serán los primeros españoles en llegar a los Juegos, ya que la Selección olímpica de fútbol voló el pasado martes a la ciudad de Kobe (una de las sedes de esta disciplina), pero sí ha sido la primera parte de la delegación. Los deportistas y técnicos que se subieron al avión quedan aislados en formato burbuja para así evitar cualquier contacto con el exterior en Japón y viajan directamente a la villa olímpica, de la que solo saldrán para entrenar y competir. De hecho, la Prensa no pudo ir a despedir a la delegación.
La segunda gran remesa de deportistas llegará mañana, cuando otro avión ponga rumbo de Madrid a Tokio 200 personas entre deportistas y técnicos. No viajará al completo el resto de olímpicos. Los ciclistas en ruta viajarán desde París y la Selección masculina de baloncesto desde EE UU.
Manguitos, gafas de sol y un salto gigante. Es el sello de Óscar Husillos antes de una carrera. “Es mi ritual, cada deportista tiene el suyo. Una vez, hasta un amigo se disfrazó de mí”, se ríe el velocista de Astudillo, oro europeo bajo techo este 2021 en 400. A sus 27 años entrena “con la ilusión de un chiquillo”. Los de Tokio serán sus primeros Juegos: “Tengo ganas de ir al avión, a la Villa, aunque es verdad que da palo la situación”.
Tras su invierno atómico, el plato fuerte llega al aire libre. Ya corrió en 45.37 en Getafe, tiempo que le da esperanza de acercarse a su tope (44.73 de 2018) y al récord de España (44.69 de Bruno Hortelano): “Sé que con mi marca personal, si la hago en el estadio olímpico, se puede entrar en la final en Tokio. Y si puede caer el récord de Bruno, pues también. Es fácil decirlo, pero hay que hacerlo”.
Husillos reconoce que la pista cubierta se la da mejor que el aire libre: “Es muy diferente, bajo techo es un 150 a tope y luego defender. Al aire libre cada uno va por su calle, a ritmo. Hay que controlar”. Y eso
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