AS (Valladolid)

Filósofo Kipchoge

El keniano, de 36 años, será el gran atractivo de la maratón olímpica de Sapporo (8 agosto) en la que aspira a reeditar el oro de Río 2016

- JUANMA BELLÓN

Tras una sesión demoledora en el espartano campamento de Kaptagat (Kenia), Eliud Kipchoge se tumba y lee. En su mesa está ahora Hábitos Atómicos de James Clear, un libro sobre genética. “Amo la lectura, es mi forma de tener siempre más conocimien­to sobre el ser humano”, explica el keniano, de 36 años. El Filósofo (ese es su apodo) será una estrella olímpica pero no en Tokio, sino en Sapporo, donde aspira a reeditar el oro de maratón de Río 2016. “Si lo gano será lo más alto de mi carrera”, dice en un encuentro de medios en el que estuvo AS.

Y decir que será “lo más alto” de su trayectori­a es mucho. Porque si Kipchoge lee sobre el ser humano, él es un ejemplar único. Posee el récord mundial de maratón ‘oficial’ (2h 01:39 en Berlín 2018) y el ‘extraofici­al’ con aquella carrera de Viena en 2019, donde rompió la barrera de las dos horas (1h 59:40). Llevaba liebres permanente­s, un coche que marcaba el ritmo, pero superó “un Everest”. “Fue como cuando se pisó la luna por primera vez. Mi vida después de aquello cambió, porque puedo inspirar a mucha más gente. Sin embargo, mi mentalidad es la misma, creo que el hombre puede correr por debajo de las dos horas. Sólo debe tener determinac­ión”, sigue pausado Kipchoge.

La maratón olímpica (8 de agosto) será al norte de Japón, a casi 800 kilómetros de Tokio, por el riesgo que suponía celebrar una carrera de 42.195 metros, con más de 30 grados y 80% de humedad. Eso no quita que Sapporo vaya a ser mucho más fría. “Estaremos todos en la misma sartén, así que las condicione­s las sufre cada atleta por igual”, reflexiona Kipchoge, que sigue en forma: “Me siento joven, fresco y con hambre”. Este 2021 corrió una maratón peculiar en el aeropuerto de Twente (Holanda) y sin fisuras firmó 2h04:30. La victoria número 13 en una maratón.

No sólo por su nivel, Kipchoge es un ser humano ‘único’ por su longevidad deportiva. En 2003, siendo un adolescent­e, ganó en unos Mundiales de 5.000 a El Guerrouj y Bekele. Sigue al pie del cañón, y así explica su secreto: “Correr es mi gran pasión, no hay una fórmula mágica, ni trucos. Mi secreto es que llevo corriendo durante mucho tiempo, bajo sistemas de entrenamie­ntos fenomenale­s. Soy constante, tengo un buen entrenador (Patrick Sang) y compañeros excepciona­les. Esto es una profesión, siempre soy positivo y estoy enfocado”.

Kipchoge sigue fiel a sus inicios, entrenándo­se en Kaptagat, a 2.200 de altitud, con Sang, el entrenador que le apuntó en el brazo su primer plan de entrenamie­nto de

10 días. “Fui corriendo a casa y lo anoté con un boli en un papel”, recuerda. Después se instaló allí en el campamento 2002. Y sigue con el mismo espíritu, la misma técnica: “Mi forma de correr no ha cambiado demasiado, lo hago de manera natural. Puedo haber modificado muchas cosas, pero mi estilo siempre ha sido igual que el que tenía de joven”. Ha comprado una granja: “Tengo mis gallinas y como los huevos que dan”. Los fines de semana visita a su familia, que vive a 20 kilómetros. El resto, vida espartana.

En lo que sí ha sido innovador Kipchoge ha sido en la revolución de las zapatillas. Él fue el primero en llevar unas Vaporfly, ese calzado de espuma especial y placa con fibra de carbono. Lo hizo en un reto Breaking 2 en Monza (hizo 2h 00:25). Eran las 4%, luego avanzó el modelo Next% y las Alphafly. Primero pasaron por Kipchoge y luego al resto de atletas. Y los registros en larga distancia se revolucion­aron. “Las zapatillas está claro que son muy buenas, algo que hacen todo más confortabl­e. Pero no son suficiente, hay que correr, estar en forma”.

En Sapporo, en el penúltimo día de los Juegos no habrá público: “Sería más feliz si los aficionado­s pudieran estar en primera línea, pero las autoridade­s lo hacen para salvar vidas. Me gustaría que estos Juegos dieran esperanza al mundo, que fueran una transición hacia la vida normal, para salir del túnel”. Allí se las verá en duelo con los etíopes Kitata y Desisa, pero no con Bekele, que se cayó del cartel en lo que podría haber sido el gran duelo olímpico.

Porque ese es uno de los grandes objetivos de Kipchoge, inspirar a otras generacion­es “como lo hacen Cristiano, Messi, Naomi Osaka, Hamilton, Quartararo…”. Tiene 36 años, media vida en lo más alto y conserva “el hambre por competir”. ¿Será Sapporo el último baile? No parece. “No lo creo, quiero seguir compitiend­o por todo el mundo, siendo ejemplo”. Aspira a un doblete olímpico en maratón que sólo lograron Abebe Bikila (1960-1964) y Cierpinski (1976-1980), alemán de la DDR. Llega el turno del Filósofo Kipchoge.

Sapporo “Estaremos todos en la misma sartén, sufriremos por igual”

Rutinas “Mi forma de correr no ha cambiado, lo hago de manera natural”

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Eliud Kipchoge posa con uno de los animales en el campamento de Kaptagat (Kenia) donde se ha preparado para los Juegos Olímpicos.

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