AS (Valladolid)

Los informes personales de Camavinga fueron decisivos

El Madrid ficha a un joven de entorno muy seguro

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Los buenos informes que han llegado al Bernabéu sobre la actitud y modo de vida de Camavinga (18 años) han sido decisivos para su fichaje (30 millones fijos más 15 en variables). Más aún después de algunas malas experienci­as como la de Jovic (21). Hay una historia poco conocida sobre la infancia del jugador de origen angoleño que explica a la perfección cómo estaba predestina­do a ser una estrella y a tomar responsabi­lidades que están muy por encima de las propias de un joven de su edad.

Sólo tenía diez años cuando un incendio calcinó por completo la casa que sus padres, refugiados congoleños, habían construido, con sus propias manos en un modesto barrio del pueblo de Fouguéres, a 50 kilómetros de Rennes. Toda una vida convertida en cecinas. “Recuerdo como si fuera ayer el día del incendio. Estaba en el colegio y por las ventanas veía a los bomberos que no paraban de pasar a toda velocidad. Pero no caí en la cuenta de que podía tener relación con mi casa”, contaba hace poco la joven estrella al Ouest France. “Al final de la tarde, el profe vino a vernos, yo estaba con mi hermana. Nos dijo que había habido un incendio en nuestra casa. Justo estaba llegando mi padre y nos fuimos corriendo. Vi con mis propios ojos la casa quemada. El fuego se había declarado en la primera planta y mi cuarto estaba arriba. Se quemó toda mi ropa. Se quemaron todas nuestras cosas”.

La familia Camavinga volvió a quedarse sin nada. Había que empezar otra vez de cero. La actuación de uno de los entrenador­es del modesto equipo de barrio de Fougéres donde Camavinga jugaba al fútbol fue fundamenta­l para reactivar la situación. Su nombre es Nicolás Martinais. Él organizó una recogida de ropa y muebles en el pueblo y el ayuntamien­to reubicó a los Camavinga en una casa de acogida. El día fueron a recoger la ropa y los muebles donados por el pueblo, Celestino, el padre de Camavinga, miró emocionado a su hijo: “Eduardo, eres la esperanza de la familia, serás tú quien la levantará…”. Fue premonitor­io. Y a pesar de todo, cuando se le pregunta si se siente satisfecho por haber levantado por fin a su familia, su respuesta deja claro que está hecho de otra pasta: “¿Si ofrecerles una casa a mis padres, para compensar la que se quemó, sería levantar a mi familia?. Levantar a mi familia no es solo una cuestión materialis­ta. Hoy en día mis padres están contentos, pero puedo hacerles más felices. En mi educación, la felicidad no está vinculada exclusivam­ente a cosas materiales. Es un todo. Un equilibrio global”. Ese equilibrio de ayudará en el Real Madrid.

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Camavinga, este verano, en una imagen ‘colgada’ en sus redes.

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