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Sin Nadal hay poca esperanza

- JUAN GUTIÉRREZ

España también perdió el dobles y se despidió de la final de la Copa Davis por la vía rápida: 3-0 ante Francia. El domingo no decidirá nada. Sin Rafa Nadal había poca esperanza para la eliminator­ia y hay poca esperanza para el futuro. Pablo Carreño y Roberto Bautista no son peores que Benoît Paire y Lucas Pouille, como demuestran sus balances y como se vio en algunas fases de sus partidos, pero la Davis exige un paso más que este equipo no ha sabido dar. Cuando cargas con todo un país en tu camiseta y en tu raqueta, hay que masticar una responsabi­lidad que no digieres en el circuito. Cuando juegas para ti mismo, los resultados trasciende­n públicamen­te lo justo; pero cuando juegas para la Selección, protagoniz­as grandes titulares y abres telediario­s. Esa presión agranda a unos tenistas y empequeñec­e a otros. Carreño y Bautista no llegaban aquí con grandes gestas en la Davis. De hecho, la última hazaña la había protagoniz­ado un veterano:

David Ferrer. Pero ni Nadal es eterno, ni tampoco ninguno de esos coetáneos que supieron seguir su ritmo durante una época dorada del tenis español: Verdasco, Feliciano, Almagro, Ferrer… Carreño hizo lo que pudo hasta que se reprodujo su lesión, entre otras cosas desperdici­ar tres bolas de set. Bautista estuvo gigante, nada que recriminar­le, aunque también cedió un 0-3 en la tercera manga, que acabó entregando. El dobles lo dábamos casi por perdido, aunque con Feli en la pelea no se descartara el milagro. No se trata de sacudir a este equipo por la derrota, sino de ser realista. Detrás de Nadal y de aquella generación, asoma la sequía, un desierto en el que no divisamos ningún oasis.

“...ASOMA LA SEQUÍA,

UN DESIERTO EN EL

QUE NO DIVISAMOS

NINGÚN OASIS”.

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