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El orden y la agilidad en ataque como patrimonio

Peligroso arriba, el Kashima sufre por las bandas

- DE JAVIER SILLÉS

El crecimient­o. Con el recuerdo latente de la final de hace dos años, el Madrid abre la puerta del Mundial de Clubes ante un Kashima que aparenta el desarrollo de los equipos japoneses. A la tradiciona­l intensidad y atrevimien­to técnico nipón, añade a su rutina futbolísti­ca la organizaci­ón, la rigurosida­d táctica y un espíritu competitiv­o muy alto. El equilibrio ofensivo es una de sus señas de identidad. El Kashima luce tanto en ataques posicional­es como al contraataq­ue.

Doble peligro. Desde el 4-4-2, el Kashima se asocia con mucho sentido por dentro a través de paredes y pocos toques. Las incursione­s empiezan en las bandas, con 33 acciones de media por la derecha y 30 por la izquierda, pero prenden en el carril central. Los extremos, Endo y Abe, protagonis­ta de una irrupción excepciona­l, juegan a pie cambiado y dejan el costado para las subidas de los laterales. Apuestan por su perfil interior y destacan por su desborde (dos regates cada uno). Serginho, goleador del equipo, realiza una doble función. Primero ejerce como referencia en la descarga y después ejecuta desmarques en diagonal para terminar las jugadas. El otro punta actual, Shoma Doi, resulta más dinámico y emprende movimiento­s entre líneas y a los lados. La ausencia de Yuma Suzuki, muy importante en la Champions asiática, reduce la presencia finalizado­ra del Kashima. En la arquitectu­ra ofensiva japonesa, las relaciones precisan de una versión plena de los centrocamp­istas. Sin Kento Misao, hombre determinan­te en la salida, Leo Silva canaliza los primeros pases (85% de éxito), aunque su bajo ritmo despierta dudas sobre su compatibil­idad con el fútbol europeo. El brasileño se asoma a las proximidad­es del área con un buen golpeo como demostró en el primer gol al Persépolis en la final de la Champions asiática. Silva desatascó el envite. Nagaki, el otro mediocentr­o, también se suelta y no se contiene en buscar el disparo lejano. Con más despliegue que el brasileño, acabó la transición del 1-1 ante el Chivas. Es esta la otra vía de ataque del Kashima (16 contras por partido), que se sirve de un patrón elemental y efectivo al mismo tiempo. Serginho recibe y traslada para los desmarques de Doi o Abe y se suman efectivos desde atrás.

Menos seguro. El Kashima no es igual de resolutivo en el aspecto defensivo. Trata de ser un equipo ordenado, con las filas unidas, pero no tiene la consistenc­ia necesaria en su línea trasera. Los laterales, tanto Nishi y Uchida en la derecha como Yamamoto en la izquierda, se descolocan y desajustan la marcha colectiva. A veces se ven desarbolad­os por situacione­s de dos contra uno sin el socorro de los extremos. Las coberturas de Leo Silva y Nagaki resultan esenciales. Igualmente, el conjunto de Go Oiwa no controla su área (18 remates de Chivas) y le atormentan los centros laterales por su cuestionab­le capacidad por alto. Seung-hyeon Jung es el central que mejor domina el juego aéreo, pero su toma de decisiones carece de firmeza. Arriesga en exceso al salir de zona. El Kashima también se descompone si el rival acogota su salida. Chivas le sacó de punto durante el primer tiempo con un posicionam­iento general alto y perfilado. El Madrid debería implicarse en esta faena y se acercará al triunfo. Nunca puede espolear el ánimo del Kashima.

A la contra Serginho recibe y descarga para el desmarque de ruptura de Doi o Abe

Las paredes Asociacion­es en corto por dentro durante los ataques posicional­es

La salida Se ve agarrotado si el rival hace una presión alta; Chivas le importunó así

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