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Se vio a un Atlético desconocid­o

- MANUEL ESTEBAN

El vestuario del Atlético tiene que hacer examen de conciencia. Ni un pero a la eliminació­n copera. El Girona se ganó a pulso seguir adelante aprovechan­do los regalos de un Atlético desconocid­o en el centro del campo y en la defensa. Tampoco vale la excusa del VAR. Esa la dejamos a los vecinos para justificar sus derrotas. Y lo importante es comenzar a pensar en todo lo que hay que corregir para LaLiga y la Champions. No es de recibo el partido que se marcaron Koke y Saúl, de lo peor que han hecho en su andadura como colchonero­s. Fue una lección para Simeone: Rodrigo es intocable en el centro del campo. Con él no se hubieran regalado los tantos del equipo gerundense. Tampoco Lemar enseñó ninguna de las virtudes que debe tener el fichaje más caro de toda la historia del Atlético.

Además, se añoró en exceso a Oblak. El esloveno es la pieza maestra de todos los sueños del cholismo de esta temporada para pensar en cosas importante­s. Lo único destacable fue que Lucas volvió a jugar y dejó claro que es un jugador imprescind­ible en la pizarra de Simeone. No es hora de rasgarse las vestiduras por la Copa, pues es el trofeo menos importante dentro de las prioridade­s deportivas e institucio­nales esta temporada, pero la imagen no fue buena. Lo mejor, una vez más, fue la afición. Casi 50.000 personas fueron al Wanda Metropolit­ano. Ellos se merecen volver a recuperar la confianza en un equipo que durante siete años de cholismo le ha permitido disfrutar como nunca. Ahora es el momento de corregir los errores. Y, sobre todo, de motivar la ilusión atlética con Morata.

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