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Pasó de ronda y de jugar

El Madrid, con Isco y Marcelo, se ausentó en Butarque Braithwait­e marcó el gol de un buen Leganés Keylor acabó en figura del duelo

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JESÚS A. ORIHUELA, JAVIER GANDUL, DANI SÁNCHEZ Y JUAN AGUADO

No era noche para la épica, ni siquiera en la competició­n en que mejor y más frecuentem­ente se sirve. El Madrid salió de Butarque igual de contusiona­do en su ánimo y el Leganés encontró consuelo en una victoria inútil. Jugaron Isco y Marcelo, pero sin ganas de avivar el debate, ninguno de los suplentes del Madrid mejoró su estatus, Vinicius siguió subiendo en el escalafón, debutó Kravets en el Leganés y marcó Braithwait­e el único gol del partido para redimirse por los que se le fueron en el Bernabéu, donde la eliminator­ia quedó cerrada.

Quedó claro que sí tiene un plan Solari para Isco: convertirl­e en jugador trascenden­te de los partidos intrascend­entes. La de Butarque fue la declaració­n formal de que es futbolista para lo que no importa. Ponerle un miércoles en Leganés, rodeado de suplentes propios y ajenos en una eliminator­ia de octavos de Copa presuntame­nte resuelta una semana antes no alivia el trato denigrante al futbolista. No fue el único mensaje que registró un pleito devaluado. Después de dos encuentros de reflexión volvió Marcelo para jugar por delante de Reguilón. Solari no le veía para salir a la calle (la del 3) sin guardaespa­ldas.

Con ellos, y sin ellos probableme­nte también, pasó el Madrid en su versión B con alguna leve inquietud, sin gloria y sin fútbol. El Leganés anunció, con su habitual buen humor, una despedida con la cabeza alta y con esa digna postura se fue, achicando a un Madrid ya chico aunque sin la potencia de fuego que se exigía para una remontada de gran calado.

El equipo de Solari repartió su cabeza entre la ida y el Sevilla que viene. Plagado de suplentes, con Vinicius como referencia en ataque (progresa adecuadame­nte en su curso de paracaidis­mo), Isco en la suerte natural del mediapunta y Odriozola en la derecha, anduvo extraviado, desganado, casi ausente. Le pudo la antipatía del partido al sentido del deber. En una noche así se fabricó el ‘alcorconaz­o’.

El Leganés fue de menos a más, con el debutante Kravets dejando una estupenda impresión e interesánd­ose de verdad por el partido. Siovas, el propio Kravets y Sabin Merino probaron que la defensa del Madrid es de gomaespuma y Braithwait­e, a la segunda (su primer cabezazo pegó en el palo), acertó en Butarque lo que falló en el Bernabéu. Antes del descanso sólo una vez le llegó el Madrid a Cuéllar. Isco fue durmiéndos­e en su galopada en solitario y Juanfran acabó quitándole el gol. Al descanso la posesión del Madrid no llegaba al 40%. La última imagen del Villamarín, con todo el equipo achicando agua. La última bandera por entregar: la pelota.

Para acabar con ese oprobio entró Ceballos por Reguilón y se le retiró la escolta a Marcelo. Al Madrid le fue mejor porque decayó la actividad del partido: apenas llegó pero resultó menos vulnerable para el Leganés, al que los minutos le fueron apagando el ímpetu y la esperanza. Isco se sacó un par de pases largos en medio de una actuación discreta y cambió su papel por el de Vinicius, que se sintió más cómodo en la izquierda. El malagueño tampoco sacó nada en limpio como falso nueve y acabó sustituyén­dole Cristo. No pareció ponerle demasiado empeño en dejar mal a Solari.

Pellegrino hizo un último intento poniendo a En-Nesyri a costa de uno de sus tres centrales y eso le dio un nuevo impulso al Leganés, en el que Braithwait­e y Merino volvieron a intentarlo. Se lució Keylor y Brahim llegó para la despedida y estrelló la pelota en el palo tras entrega de Vinicius. El Madrid sólo vive de esperanzas.

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