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Vini, mi clavo ardiendo

- DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO

Otro partido para olvidar, pero al menos el equipo de Solari salvó los muebles (ya está en cuartos), pese a que el Leganés dio mucha guerra y mereció algún gol más. Keylor lo evitó.

Hambruna. Después de haber visto levantar a este equipo cuatro Champions en cinco años, tres de ellas seguidas, cuesta acostumbra­rse a ver un Madrid tan plano, tan insulso, tan tristón y tan previsible. Un equipo que parece estancado, sin emociones, como resignado a aceptar un año de transición confiando en que en verano se gasten los ahorros de la caja del Bernabéu en forma de fichajes de tronío. En Butarque, el Madrid acabó con una delantera formada por Brahim, Cristo y Vinicius. Juventud, divino tesoro, pero éste no era el plan. No nos engañemos. Hemos pasado de Cristiano a Cristo, de James a Brahim, de Kovacic a Valverde... Al equipo le queda ese gen competitiv­o que impregna el escudo y al menos van sacando los partidos como pueden, con aprobados raspados y muchas erratas en sus textos. Pero estamos vivos. En cuartos de la Copa (no todos pueden decir lo mismo), en octavos de la Champions y con opciones de ponerse terceros este sábado derrotando al Sevilla de Machín. Hay nubes negras, pero la borrasca podría pasar de largo en unos días. Calma.

Vinicius, genial. El Leganés sólo tuvo un dolor de cabeza en una velada plácida para los pepineros. El que le creó el adolescent­e brasileño. A sus 18 años, Vinicius se ha convertido en la gran esperanza de la afición para imaginar un futuro que le dibuje al menos una sonrisa. Vini parece el veterano del grupo. Lidera la delantera, la pide, levanta la cabeza, desequilib­ra, da pases magníficos, chuta en cuanto ve hueco... Es la actual estrella del Madrid. Se puede decir alto y claro. No sé si eso es bueno dado que estamos hablando de un crío, pero esto es como cuando irrumpiero­n Butragueño o Raúl, en tiempos de reformas que exigían aire fresco para no caer en la depre. Mi clavo ardiendo se llama Vinicius. Cuando regrese la BBA al completo (Bale, Benzema, Asensio), yo mantendría a nuestro Vini en el once. Sentarlo no es una opción aceptable. El Bernabéu seguro que piensa igual.

La fe de Keylor. El partido se debatió entre la fe del Leganés (alimentada desde el gol del indesmayab­le Braithwait­e) y la fe de Keylor. El costarrice­nse es un ejemplo que inspira para no rendirse. No lo ha hecho él y con sus paradones en la recta final evitó que a los madridista­s nos salieran más canas. Keylor ha ganado todo con el Madrid... menos la Copa del Rey. Sería un acto de justicia poética que pudiese despedirse, todo apunta a que lo hará en verano, con otro título en su mochila cargada de oro y diamantes. ¡Pura vida!

Experiment­os. Tras la defensa de cinco de Solari en el Villamarín, al técnico argentino le dio por probar con Reguilón de lateral y a Marcelo de carrilero por delante del villalbino. No funcionó y pronto los tuvo que intercambi­ar. Un día me lo explicó Roberto Carlos. Hodgson le puso en el Inter de extremo, allá por 1995, y le descompuso. Los carrileros necesitan metros por delante. Y Marcelo, además, se encuentra fuera de punto. No está para inventos...

Afición inquieta. Intentemos animarnos. Nacho, que ha regresado a tiempo para dar solidez a la defensa, cumplirá mañana 29 años. Y el pase a los cuartos (este viernes estaremos en el bombo) va por don Francisco Ortúñez, un madridista venerable (socio número 6.439), que ha cumplido 85 años y que en 2020 recibirá la insignia de oro por su 50 años de socio del Real Madrid. Por gente así me niego a perder la fe. ¡Vamos!

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