La pieza que le falta al Atlético es Gabi
Sin el ‘Capi’, se ha perdido parte de la solidez defensiva
La eliminación del Atlético ante el Girona dejó una pregunta. ¿Cómo es posible que el Atlético del Cholo encajara tres goles en tres disparos a puerta? Si algo lo definía en anteriores temporadas era la palabra “frontón”. Granítico, un equipo al que costaba hacer goles o simplemente fabricárselos. Imposible. En Lisboa, el gol de Ramos llegó tras cinco tiros a puerta, 13 fuera y cinco córners en el 93’. Sólo así. En todos los minutos anteriores, el
Madrid se estampó una vez y otra vez con esa roca.
Una pieza fundamental tenía en su esquema: Gabi. Nadie como él interpretaba las órdenes de Simeone sobre la hierba. Su labor era entorpecer, molestar y cortar. Y la cumplía como nadie. La estadística de sus buenos partidos no había que leerla en función de pases buenos o malos, sino en cómo se agigantaba su presencia en el centro: si hacía más de diez faltas, o faltitas, lo mismo daba, más de diez, había cumplido su función. Con Gabi el Atleti rara vez se desangraba. Sólo hay que mirar una estadística del año de LaLiga, 2014: fue el rojiblanco que más faltas cometió, 107 según Opta, a distancia del siguiente, Costa, 86. Con Gabi jamás hubiese sucedido lo del miércoles.
Una jugada cuenta su ausencia, esa por la que la clasificación rojiblanca, lograda con remontada de Grizi cuatro minutos antes, se iba por el sumidero: el Girona se lanza en una última contra a la desesperada y, en su camino hacia la portería de Adán, no se topa pierna alguna que contenga, que frene, que detenga. Tan fácil le fue plantarse en el área. Una bala quedaba en el cargador. Centro de Pedro Porro, disparo de Borja García y el toque final de Doumbia que desvía y mata en el 88’, 3-3. Con Gabi también hubiese podido pasar, cierto, pero cuesta imaginarlo.
Y no sólo era su presencia en el centro, era lo que significa. Un grito de Gabi cuadraba. Un grito de Gabi hubiese disparado, quizá, una pierna que frenara la última contra del Girona. La falta de contundencia del equipo se ha ido manifestando en señales esta temporada. Luces ahí, sin deslumbrar. Hasta el miércoles. Porque Rodrigo (37 faltas en 27 partidos, apenas 1,3 de media) no es Gabi y Thomas tampoco (22 en 25). Un Gabi que, seguro, hubiese metido la pierna (no como Thomas, leve tirón), para frenar al Girona en la última contra y seguir celebrando el gol de
Grizi, de cuatro minutos antes.
Clave
El año de LaLiga cometió 107 faltas. Eso necesitaba Cholo de él