El test definitivo
La NBA ayuda al desarrollo de pruebas grupales para reducir notablemente el número de test de detección
La NBA, después de semanas de obvia indefinición y algunos tramos de notable pesimismo, está más cerca que nunca de retomar la temporada 2019-20. La organización de la intendencia progresa adecuadamente pero, mientras todos los demás detalles se pulen, crece la importancia del asunto central sobre el que acabará dependiendo la luz verde definitiva al regreso y, sobre todo, la sostenibilidad de este: la seguridad y la capacidad de crear unas condiciones sanitarias óptimas. La NBA parte de la base de que necesitará un enorme suministro de test que tendrían que ser usados casi a diario. También de que se enfrenta a una delicada cuestión de imagen pública si da la sensación de que dispone de pruebas de forma masiva mientras estas escasean entre la población.
Consciente de todos estos vértices de un problema que es en realidad global, lleva desde marzo trabajando para encontrar soluciones y aportar su granito de arena de cara a la vuelta a la competición, y también para extrapolar esos avances a contribuir en la lucha mundial contra el coronavirus.
La Liga ha informado a las franquicias de que trabaja con varios proveedores para asegurar un “programa global de test”. En su día calculó que necesitaría realizar al menos 15.000 pruebas si se volvía a jugar. Y la necesidad de repetir test puede ser mayor si, como parece, se ha desechado la opción de la sede burbuja y los jugadores van a tener libertad de movimientos. Se buscan fórmulas rápidas y, sobre todo, eficaces porque se teme la propagación descontrolada si no se atajan los positivos asintomáticos.
Falsos negativos.
Si la Liga cuenta con más de 2.000 personas implicadas en el regreso, puede calcular que unas 100 serían portadoras del virus si sigue unas ratios similares a los de muchas zonas de EE UU. Con un margen de error de un 30% como el que se dio en los primeros test que se hicieron en China, dejaría sin diagnóstico a unos 30 falsos negativos. Así que la NBA está ayudando al desarrollo de los test grupales, un sistema que permite unir varias muestras en un solo test y que se empezó a usar en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial para aislar a los soldados con sífilis. Este sistema permite ahorrar tiempo y dosificar las pruebas, que solo se hacen a todos los integrantes del grupo si la muestra general arroja un positivo. La Liga cree que cada 2.000 test pueden reducirse a 300 con este método.
El otro gran campo en el que la NBA está participando activamente es en el de la investigación de la inmunidad, para lo que colabora con la clínica Mayo de Rochester (Minnesota) en el desarrollo de un nuevo sistema de pruebas de anticuerpos a través de una punción digital. Unas 400 personas, entre jugadores y trabajadores de las franquicias, han formado parte de los 1.000 voluntarios con los que se ha trabajado para conocer la evolución del virus en las personas con positivos. Este es otro campo esencial en el que la NBA cree que puede aportar a nivel social.