Un sueño olímpico que viaja del Chad a Madrid
La Fundación Ramón Grosso apadrina un proyecto para llevar gimnastas del país africano a París en 2024
Programa
Las cuatro con más proyección ya viven y entrenan en Pozuelo
La ONU reconoce 193 estados soberanos en el planeta. Uno de ellos es la República del Chad, en el centro de África. En el Índice de Desarrollo Humano, un ranking de países según aspectos como la esperanza de vida al nacer o los años de escolarización que reciben de media sus habitantes, Chad es el 187º.
Dentro de esas condiciones, son las mujeres las que más sufren. Los matrimonios forzosos o las ablaciones están a la orden del día. Allí la prioridad es la supervivencia y el deporte, un lujo. Algo que la Fundación Ramón Grosso, creada por los hijos del fallecido exjugador del Real Madrid, el Atlético y la Selección, trata de cambiar junto al padre Camille Manyenan, un religioso local. ¿Cómo? A través de la gimnasia artística.
En 2018 se construyó un gimnasio en el colegio con el que la Fundación colabora en Toukra, y se inició un proceso de selección comandadado por Sylvia García, del Club de Gimnasia Artística de Pozuelo de Alarcón, que luego se convertiría en directora técnica de la naciente Federación Nacional. Se firmó un convenio de colaboración con el Comité Olímpico Español y actualmente las cuatro chicas con más proyección se encuentran viviendo, estudiando y entrenando en Pozuelo con vistas a representar a su país en los Juegos de París 2024, lo que sería histórico.
Se llaman Cecilia, Anne Marie, Achta y Grace. Todas cuentan con 13 años menos Achta, de 12. Tienen la timidez propia de su edad, pero los ojos se les iluminan al hablar de gimnasia. “Por la mañana vamos al cole y por la tarde, al gimnasio. Cogemos las toallas y a entrenar. Luego, a casa a hacer deberes”, explican en un perfecto castellano. Anne Marie prefiere “las barras”, y a Achta le tira “el suelo”, pero en realidad, afirman al unísono, les gusta “todo” de este deporte. También disfrutan con “las matemáticas o la biología”. Del uno al diez, les haría “un diez” de ilusión ir a los Juegos. Pero no solo piensan en ellas mismas, también aspiran a “ayudar” en su país cuando vuelvan, promoviendo la gimnasia para que más mujeres se empoderen. “Solo las trabas burocráticas”, aseguran Sylvia y Ángela Domínguez, su entrenadora, “pueden impedirles ya cumplir sus sueños”.