La sombra de Caín, presente en el duelo Villarreal-Sevilla
El resultado, clave para el Betis
La sombra de Caín vuelve a amanecer sobre Sevilla, una de las ciudades con la rivalidad futbolística más encarnizada del mundo, de hermanos que pasan del amor al odio cuando comienza a rodar el balón. Los aficionados sevillistas se dividen estos días entre los que desean fervientemente que su equipo pierda en Villarreal para fastidiar al Betis y otros que piensan que no hay que fijarse en el vecino y sí apurar las opciones de ser tercero o segundo en la tabla y jugar la Supercopa de España.
Así se prorrogaría una historia de cainismo que tiene su cénit entre los años 1997 y 2000, con dos episodios de ayuda al descenso del eterno rival, uno para cada equipo.
El 31 de mayo de 1997, el Villamarín coreaba el “A Segunda, oé”, pero era el equipo rival, el Sporting, el que iba ganando. La grada acababa de cantar un gol que marcó Dmitri Cheryshev, padre del actual futbolista del Valencia, para los gijoneses, que se jugaban la permanencia con el Sevilla. El Betis, que ya se había clasificado para Europa y estaba en la final de Copa, tenía muchas bajas. Serra Ferrer alineó a jóvenes canteranos de entonces como Capi, Redondo y Varela. El Sevilla bajó aquel año. En realidad, estaba desahuciado cuando el Sporting ganó en Heliópolis. Tres campañas después, el 30 de abril de 2000, los nervionenses ya habían consumado un nuevo descenso cuando el Sánchez-Pizjuán celebró la victoria del Oviedo, que se jugaba también los cuartos contra el Betis. El meta danés Olsen, que había hecho varias paradas de mérito para los sevillistas, no salió tras el descanso y los asturianos redondearon un 2-3 final en la segunda mitad. El Betis consumaría su descenso a Segunda dos semanas después.
Hinchas Muchos sevillistas desean que su equipo pierda mañana