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Joven, imperfecta, singular y excitante

España pedía a gritos una revolución y Luis Enrique se ha atrevido ● Es el entrenador indicado

- SANTIAGO SEGUROLA

La Selección encontró el golpe de pedal que necesitaba en un partido que devuelve a la hinchada a un estado desconocid­o desde 2012. En Copenhague, frente al subcampeón del mundo, se cerraron nueve años de frustracio­nes.

La Selección encontró el golpe de pedal que necesitaba en un partido que devuelve a la hinchada a un estado desconocid­o desde 2012. En Copenhague, frente al subcampeón del mundo, se cerraron nueve años de frustracio­nes. Es el gran salto de un equipo que estaba bajo sospecha por contagio. A sus dificultad­es añadía las que le han transmitid­o las ediciones anteriores, desde el Mundial 2014 hasta ahora. Al valor de la victoria se añade la trascenden­cia del resultado, del desarrollo de un partido memorable, en el que

España atravesó por todos los territorio­s que el fútbol puede ofrecer. Sólo dos jugadores, Busquets, quizá el mejor del partido, y

Azpilicuet­a, un futbolista ejemplar en todos los aspectos, superaban la frontera de los 30 años en un equipo con escaso recorrido internacio­nal. España pedía a gritos una revolución y Luis Enrique se ha atrevido. Por carácter y arrojo es el entrenador indicado. Por propuesta, también. En su decidida apuesta por la juventud no ha perdido el hilo con el modelo que distingue al fútbol español: es un equipo de pasadores –el de mayor posesión de la Eurocopa– y su vocación atacante es indiscutib­le.

Un ciclo de derrotas ha cambiado la opinión del mundo del fútbol sobre la Selección española. No genera la mezcla de admiración y temor que alcanzó en su edad de oro, alumbrada repentinam­ente en 2008 y clausurada en la Eurocopa 2012. Pero dice mucho de España la respuesta que todavía recibe de sus rivales. La mayoría intentan torpedearl­a encerrándo­se en su área. Que en ocasiones lo consigan –los mayores sufrimient­os se han producido frente a las

suecias que se encuentra por el camino– no descalific­a al modelo. Al contrario, es una muestra de reconocimi­ento a la singularid­ad de una manera de entender el fútbol.

A España le conviene mantener una estrechísi­ma relación con el balón. Detectó esa vía hace tiempo, en contra de la tendencia general, y le fue mejor que nunca. Decayó cuando su singularid­ad generó anticuerpo­s en las principale­s potencias del mundo. Las grandes seleccione­s, comenzando por la alemana, se remitieron a varios de los principios básicos del fútbol español para contrarres­tar sus efectos. Es una ley tan vieja como el juego. El que gana genera tendencia.

Este equipo no intimida como en aquella lujosa etapa. No le avalan ni los resultados, ni el prestigio de sus jugadores. Casi ninguno ha llegado al cénit de su carrera. En el desbordant­e partido frente a Croacia, un monumento al fútbol que sólo discutirán los tácticos más recalcitra­ntes, Luis Enrique recurrió a seis jugadores pertenecie­ntes a la generación que ganó la Eurocopa Sub-21 en

2019 –Unai Simón, Pau Torres, Fabián, Dani Olmo, Oyarzabal, Ferran Torres– y Eric García (20 años) y Pedri (18).

Es el altísimo porcentaje de juventud que transmite Luis Enrique en su mandato.

Todos apuntan a excelentes futbolista­s, pero todavía sufren los naturales problemas de crecimient­o. Atraviesan una fase delicada que necesita de buenas vibracione­s y resultados ganadores. Nadie sabe cuál será su destino en esta Eurocopa, pero lo más probable es que del torneo salga un equipo más hecho, más adulto.

España ha dado el primer salto en mucho tiempo. No alcanzaba los cuartos de final de una gran competició­n desde la Eurocopa 2012. Todavía es un equipo imperfecto que sufre cuando sus rivales le ponen la pelota en el área. Con poco, a la Selección le hacen mucho daño. Ojalá sean problemas de inexperien­cia y no de calidad. Eso se verá pronto. Mientras tanto, los jóvenes respondier­on a todas las trabas que se plantearon en el partido de Copenhague, algunas de alto voltaje. Por fortuna, se vieron acompañado­s de la cuota perfecta de veteranos con un grado emocionant­e de compromiso: Koke, Busquets, Azpilicuet­a…

Victorias de estas caracterís­ticas son tan infrecuent­es que sólo pueden ayudar a crecer. Detrás del 5-3 se observa un grupo compacto, ambicioso, sin fisuras, ni egos nocivos. Están en fase de crecimient­o, con todos los valles que suelen producirse en esa etapa, pero por primera vez en mucho tiempo la Selección invita a la alegría.

Juventud

Sólo Busquets y Azpilicuet­a superaban los 30 años en el equipo

A mejorar

España sufre cuando le ponen la pelota en el área

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Azpilicuet­a marcó el gol del empate a uno.
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