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Pogacar se dispara

El esloveno gana la contrarrel­oj y ya aventaja a sus principale­s rivales del Tour en más de un minuto

- JUAN GUTIÉRREZ

Tadej Pogacar dio el golpe en el primer combate directo entre los gallos del Tour de Francia: la contrarrel­oj de 27 kilómetros entre Changé y Laval. El esloveno no se pudo enfundar también el maillot amarillo, que sigue vistiendo el portentoso Mathieu van der Poel, pero tampoco le hace falta a estas alturas de la película. Lo importante para el defensor del título es la brecha que comienza a abrir con sus otros grandes rivales, porque el nieto de Raymond Poulidor, salvo transforma­ción milagrosa, no es ciclista para las altas cumbres, aunque derrocha tanta clase que ayer mantuvo el pulso con los mejores en la crono.

Pogacar no lucirá la túnica del Tour, no todavía, pero sale del litigio como el líder virtual de la ronda. En el fondo, ya lo era desde que el pelotón arrancó el sábado en Brest. Así lo demuestra el dorsal número uno que luce como vigente campeón y su actuación en las etapas precedente­s, en las que ha salvado las caídas sin las magulladur­as de sus contrarios más directos, de esa momia envuelta en vendajes, Roglic, y de ese galés con el hombro dislocado, Thomas.

El jefe de filas del UAE ya mide los tiempos con respecto a sus homólogos por encima del minuto: 1:21 a Rigoberto Urán, 1:36 a Richard Carapaz, 1:40 a Primoz Roglic, 1:46 a Geraint Thomas, 1:48 a Wilco Kelderman, 1:50 a Enric Mas… Los opositores rinden a un nivel similar, separados por segundos en la clasificac­ión. Pogacar se ha disparado. De momento, a otra galaxia.

Monólogo. El fenómeno de 22 años no se conformó con distanciar a sus rivales, a marcar territorio, también se llevó el triunfo de etapa, una lucha que parecía destinada a los especialis­tas puros contra el crono como Stefan Küng y Jonas Vingegaard, que le secundaron a 19 y 27 segundos, respectiva­mente. Más allá del hueco abierto, que en realidad es lo más importante en una guerra de tres semanas, la victoria también supone un aviso, una bofetada moral para sus oponentes, condenados a remontar y a evitar el monólogo que se vislumbra en el horizonte del Tour.

El maillot amarillo se quedó a 8 segundos. Van der Poel, que sigue inmenso, fue capaz de conservar esa prenda que tanto anheló su abuelo. Pogacar ya es segundo, que es lo mismo que decir que es el primero de los que aspiran a la coronación en París. El liderato de su amigo Mathieu incluso le conviene, porque le ayudará a controlar la carrera en los dos días previos a los Alpes.

En el siguiente escalón se sitúan Wout van Aert, el rival eterno de Van der Poel, y Julian Alaphilipp­e, a 30 y 48 segundos del líder, respectiva­mente. En principio tampoco hay que tenerlos en cuenta, aunque no hay que descuidars­e con ellos. El belga, teórico gregario de Roglic, ya compitió el año pasado al nivel de los mejores en la gran montaña. El francés, por su parte, estuvo a punto de ganar el Tour hace dos, con los sesudos pronóstico­s hechos pedazos por el camino. No hay que tacharlos del todo. Por si acaso. Tadej lo sabe.

Pogacar sale reforzado de la primera contrarrel­oj, la misma especialid­ad que le aupó a la gloria el año pasado en aquella remontada de ensueño en las puertas de los Campos Elíseos, pero todavía quedan 14 días de competició­n por delante. El Tour es muy largo, aunque suene a tópico. En la última edición tropezó en un abanico, por poner un ejemplo reciente. Los rivales deben empezar a idear el contraataq­ue desde ya. Y no tiene que ser necesariam­ente en la montaña, donde el esloveno también es letal. Queda mucha carrera, pero Tadej ha dado el primer golpe en la mesa. Y muy fuerte.

Amarillo Van der Poel se mantiene al frente de la general por ocho segundos

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Tadej Pogacar rueda en la quinta etapa del Tour de Francia, una contrarrel­oj individual de 27 kilómetros entre Changé y Laval.

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