Warholm borra a Young
El noruego bate con 46.70 en Oslo el récord mundial de 400 vallas fijado por el estadounidense en 1992
El techo histórico de un hombre corriendo los 400 metros vallas cayó ayer por primera vez en 29 años. Karsten Warholm, que siempre pareció predestinado a rebajarlo, lo consiguió en una noche para el recuerdo en Oslo, capital de su Noruega natal. El prodigio de Ulsteinsvik fijó el nuevo récord mundial en 46.70, borrando de la primera posición del registro los 46.78 que firmó Kevin Young en los ya lejanos juegos de Barcelona 92.
Warholm salió por la calle 7, su favorita, con el cuchillo entre los dientes. Cuando llegó a la curva, superando todas las vallas con la facilidad de los elegidos, ya tenía una ventaja prácticamente irrecuperable respecto a sus perseguidores. Solo era su primer 400 vallas de la temporada y la gesta comenzaba a coger cuerpo. No se frenó en una recta demencial y acabó cruzando una frontera que durante cerca de tres décadas permaneció inalterable con margen de sobra.
En pie alucinaba el público concentrado en el coqueto Bislett Stadium, donde este vikingo atómico es prácticamente un semidios (allí mismo batió recientemente la plusmarca mundial de 300 vallas, distancia no olímpica). Él y los Ingebrigtsen son desde hace unos años la punta de lanza del pujante atletismo noruego, al que han ido metiendo en los mejores registros de su especialidad bocado a bocado, primero con los récords europeos (del 46.92 al 46.87) y ahora con este que es por ahora su cronómetro definitivo.
De un pequeño pueblo pesquero a la historia, el único límite de Warholm parece ser ya él mismo. Entrenado por Leif Olav Alnes, con el que confiesa tener una relación de “completa sinceridad”, ha rebasado unas expectativas que ya de por sí eran altas. A solo tres semanas de los Juegos de Tokio brilla más fuerte que nunca y calienta un duelo olímpico contra su némesis estadounidense, un Rai Benjamin que hace días firmaba en Eugene unos estratosféricos 46.83 ahora opacados. Si este ya iba a ser de por sí uno de los platos fuertes de la cita olímpica ahora se puede esperar cualquier cosa. Un espectáculo preciosamente efímero como el que escenificó ayer el nuevo rey de las vallas.
“Sabía que tenía una gran marca dentro. Nunca sabes cuándo va a salir”, afirmó con el tartán de Oslo aún caliente. Él ya ha fijado su listón. Quien quiera desalojarle del trono va a tener que correr por encima de sus posibilidades.
Némesis
Su duelo con Rai Benjamin en los Juegos de Tokio se calienta