Los Juegos más tristes
El viernes a las 13 horas me dispuse a ver la ceremonia de apertura de los ¿Juegos
Olímpicos 2020? Vamos a ver, ni tan juegos, ni tan 2020. ¿Hacía falta realmente celebrar estos juegos? Por supuesto que no. De hecho, el día de la inauguración pasará a la historia con el chascarrillo “más triste que la entrada de las delegaciones olímpicas en un estadio sin público”. No era necesario celebrar los JJ. OO., por supuesto. Ni la Eurocopa, ni la Copa América, ni la Liga, ni la Champions, etcétera. Esto es una columna de opinión, y esta es la mía. De hecho, yo el pasado viernes debería haber estado viajando hacia algún lugar para tocar y cantar, y en lugar de eso estaba sentado frente al televisor viendo dicha ceremonia a causa de un positivo en COVID que di a pesar de mis dos vacunas. Debe ser que no entendí lo suficientemente bien que las vacunas no privan del contagio, pero privan en muchísimas ocasiones de cosas mucho más graves. Y ya es muchísimo. Benditas sean las vacunas. Por cierto, me encuentro estupendamente sin molestia alguna, solo esperando una PCR negativa. Gracias.
El caso es que fue una ceremonia triste, sobre todo habiendo vivido algunas inolvidables para mí, principalmente la de Londres 2012 o la de Barcelona 1992. En las de apertura y clausura de Londres primó la música. Y en eso de la música los británicos están los primeros en el medallero con mucha diferencia sobre los segundos, que son los estadounidenses, por supuesto. El tercer puesto queda vacante, en mi particular Olimpo. Yo siempre empiezo estas columnas pensando hablar de deporte, y luego la vida me lleva por otros caminos. Música y vacunas, mezcladas con tristeza. Un cocktail explosivo.
Veremos qué pasa en estos Juegos marcados por una crisis sanitaria mundial. Ya hay gente volviéndose de la Villa Olímpica directamente a casa. Una terrible desgracia, llevar cinco años esperando este momento y que te lo trunque un palito en la nariz. Así que ya se estaba hablando de fracaso antes de que empezaran los juegos. ¿Quién da más? Dieron las 13 horas en España, las 20 en Tokio, y empezaron los Juegos Olímpicos.
No era necesario celebrarlos, por supuesto. Ni la Eurocopa, ni la Liga, ni la Champions...