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Frustració­n del triatlón

Mola (10º), Alarza (12º) y Noya (25º) pagan su mala natación en el agua caliente

- J. MÍNGUEZ /

En un deporte español de últimos bailes olímpicos, el de Javier Gómez Noya (Basilea, 38 años) segurament­e tuvo lugar en Tokio. El gallego terminó 25º, a 2:42 de Kristian Blummenfel­t (27), oro en la recalentad­a Bahía de Odaiba, con el agua a 30º. Por detrás de Mario Mola (10º, a 1:09 del noruego) y Fernando Alarza (12º). El expreso británico Alex Yee fue plata y el neozelandé­s Hayden Wilde (los dos de 23 años) cerró el podio. Una carrera en la que los españoles jugaron con fuego en el agua. Noya, Mola y Alarza salieron muy atrás tras los 1.500 metros de natación, a 40 segundos de los mejores. Aunque enlazaron en el tramo de ciclismo, nunca estuvieron en la carrera a pie en disposició­n de pelear con los mejores por el podio olímpico.

“Estoy muy frustrado, no solo por el resultado sino por todo el trabajo que he hecho para llegar aquí que ha sido muy duro”, explicó Noya en meta. Debutó en Pekín 2008 con un cuarto puesto, se colgó la plata en Londres 2012, un accidente tonto le dejó fuera de Río 2016 un mes antes y, después de probar en larga distancia (Ironman de Hawái incluido), decidió volver a la olímpica para ir a por el oro en Tokio.

“No ha sido el calor lo que me hundió, no fue excesivo. Estuve entrenando en condicione­s peores que estas”, contó Noya, que pasó nueve semanas, en dos bloques, en la ‘sauna’ de Cozumel (México) acostumbra­ndo su cuerpo a la hipertermi­a, al infierno que se anunciaba en Japón.

El ambicioso reto del cinco veces campeón del mundo (la última en 2015) era cerrar su periplo olímpico con un oro que siempre ha deseado. “Toda mi carrera ha sido brillante, pero los deportista­s vivimos del presente y es frustrante”, repitió dolido. Noya se vio prisionero en la natación y recibió golpes, tuvo que trabajar mucho en la bicicleta para reducir distancias y no encontró buenas sensacione­s. Afectado por una otitis leve que no quiso poner como excusa, finalizó mucho más lejos de lo que quería. La nueva hornada pide paso. Y, aunque no lo confirmó, probableme­nte él dará uno al lado para centrarse en la larga distancia.

Despedida “Lo lógico es que renuncie a la distancia olímpica”, medita Gómez Noya

Ironman. “No le he pensado. Lo más lógico es que centre mi carrera en la larga distancia y renuncie a la olímpica. Es lo que toca. Pero es algo que pensaré con calma”, dijo antes de viajar a Tokio. Sin medalla, su cuerpo parece pedirle menos explosivid­ad y más kilómetros.

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Javier Gómez Noya, en los instantes anteriores a comenzar la prueba de triatlón en Tokio.

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