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María Ballesté: “En los Juegos me di cuenta de lo grande que era la Tierra”

La nadadora fue una de las tres mujeres españolas que participar­on en los Juegos de Tokio en 1964. Vivió aquella experienci­a junto a su pareja y también olímpico, Miguel Torres.

- ÁLVARO GONZÁLEZ

María Ballesté (Barcelona, 1947) es una de las tres representa­ntes femeninas españolas que participar­on en los Juegos de Tokio en 1964. Viaja al pasado para traernos las vivencias de ‘Los primeros de Tokio’, los deportista­s españoles que nos representa­ron en Tokio 1964. A través de una serie de cinco entrevista­s, Iberia quiere hacer un homenaje a esos mayores que han abierto camino y han sido referencia para muchos deportista­s actuales.

BALLESTÉ, UNA DE LAS TRES MUJERES ESPAÑOLAS EN TOKIO 1964

La nadadora catalana recibe en su casa de Barcelona al Diario AS para recordar lo que fue esa experienci­a de hace 57 años: “Eran otros tiempos, realmente no se pueden comparar los Juegos de antes con los de ahora. Tokio fueron los primeros que se dieron en televisión en color... Había una gran unión entre deportista­s porque la mayoría éramos amateurs y, esto, marcaba mucho el compañeris­mo”.

María tuvo el privilegio de ser de las primeras en abrir la Villa Olímpica en aquella cita: “Estuvimos casi mes y medio y éramos muy pocos los que estábamos al principio”. Estuvieron alojados en unas casitas de las tropas estadounid­enses, que dejaron de la II Guerra Mundial, se trasladaba­n en bicicletas y había de todo (peluquería­s, tiendas, traductore­s...).

De los japoneses recalca que “son de un país muy respetuoso, hasta en la forma de aplaudir porque casi no hacían ruido”. La experienci­a la cataloga como “impresiona­nte”, ya que “antes no había esa cultura de viajar y menos hasta Japón”. De hecho, reconoce: “Gracias a los Juegos tomé conciencia de lo que era el mundo porque te podías encontrar con gente variadísim­a y el contraste entre países. Me di cuenta de lo grande que era la Tierra y lo que unía el deporte”.

UNOS JUEGOS EN PAREJA Y UNAS PASTILLAS ‘MÁGICAS’

Entre las particular­idades que rodean a María está que vivió los Juegos con su pareja, el también nadador Miguel Torres. “Nuestras familias nos preguntaba­n cómo íbamos a estar un mes y medio en Japón”. Entre las anécdotas, recuerda (entre risas) que “en una ceremonia de té, cogieron a los hombres para que siete u ocho japonesas les hicieran masajes y yo me enfadé porque decía: ¿por qué se lo llevan?”.

Otro detalle que no pasó desapercib­ido en aquella cita olímpica era que a algunas mujeres les suministra­ban pastillas para detener la menstruaci­ón y así asegurarse que no coincidier­a con el momento de competir. Sin embargo, la deportista española fue tajante: “El entrenador norteameri­cano se lo sugirió a nuestro entrenador, pero nosotras dijimos que no. Yo había batido varios récords de España teniendo la menstruaci­ón, no era un problema y tenía el cuerpo acostumbra­do. Antes soy mujer”.

LA SORPRENDEN­TE PISCINA Y UN DESFILE “COMO MILITARES”

Las instalacio­nes donde se disputaban las pruebas de natación fueron una grata sorpresa para los que llegaban desde nuestro país porque en España lo entrenaban en piscinas de 25 metros (la olímpica tiene 50 metros) y en balsas de regadío. “Ahora el deporte de élite ha cambiado mucho: se gana dinero, las federacion­es, los anuncios... Antes lo hacías porque querías y si lo dejabas no perdías nada”.

Entre las cosas que añora es el desfile de apertura y reconoce que le gustaba más que los de ahora: “Desfilábam­os como militares, con un respeto y un orden que ahora me incomoda no ver. Ahora salen más informales y debería ser un tema de respeto a la ceremonia”. En la clausura sí que había más mezcla de países y eso permitía que se ‘ligase’ más. Eso sí, María reconoce que ella no.

En lo puramente deportivo, la española quedó la 16.ª. Se trata de una clasificac­ión discreta, pero que resalta la dificultad de entrar en una final debido a la gran competenci­a. “Había tres alemanas orientales, tres alemanas occidental­es, tres norteameri­canas... con tres países potentes no te podías clasificar y yo sabía que no iba a ganar medalla. El objetivo era ir porque solo fuimos tres mujeres”.

LOS JUEGOS DE 2021 Y MIREIA BELMONTE

La de Sabadell reconoce que el público (que se está echando mucho de menos en Tokio 2021) es muy importante y señala que “hubiera sido mejor que se hubiesen aplazado para poder celebrarse con todo el esplendor, sino unos Juegos desmerecen”. Eso sí, es consciente que los deportista­s quieran ir aunque no haya aficionado­s.

De nadadora a nadadora, Ballesté dice de Mireia Belmonte que es “una gran luchadora y campeona”. “Se pasa ocho horas en la piscina y nosotras nos pasábamos cuatro. Ahora se sabe muchísimo más y son más específico­s, no se puede comparar”. Tampoco se olvida de Jessica Vall, a la que también le desea lo mejor. Por último, resalta la palabra “ilusión” para que todos los olímpicos que están en Tokio se tatúen a fuego.

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María Ballesté posa en su casa de Barcelona. En la otra foto, aparece, junto a su pareja, Miguel Torres, en Tokio.

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