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Bordalás imponesu sello

Guillamón vio roja a los tres minutos ● Soler marcó de penalti ● Mamardashi­li impidió el empate

- CONRADO VALLE REPORTAJE GRÁFICO ALBERTO IRANZO Y DAVID GONZÁLEZ

La era Bordalás en el Valencia y la de Míchel en el Getafe arrancó al rojo vivo. Gil Manzano tardó nada en darse cuenta que sus días de campo o playa habían terminado. En siete minutos, una expulsión y un penalti. En los restantes 89 de partido, otras dos rojas (una para el banquillo azulón) y ocho cartulinas amarillas. 39 faltas en total, 24 de los blanquineg­ros, un equipo que el curso pasado promediaba 12. El encuentro lo resolvió Carlos Soler, de penalti, dando así la primera victoria al Valencia de Bordalás, un equipo que tuvo identidad, sacrificio y esa pizca de fortuna tan necesaria en el fútbol para lograr objetivos.

Ni un minuto había transcurri­do cuando Iglesias Villanueva le avisó a Gil Manzano desde el VAR que una entrada de Hugo Guillamón a Maksimovic era merecedora de roja. Tras verla por la pantalla, cartulina al canto y Guillamón a casa. Y cuando aún estaban los equipos aclimatánd­ose a tal coyuntura numérica, Mitrovic se olvidó la experienci­a en el vestuario y su pase cruzado a nadie lo interceptó Cheryshev, que pisó área y cayó tras notar el contacto de Djené. Gil Manzano no dudó, el VAR sólo constató que la acción se había producido dentro y gol de Carlos Soler, el primero de los muchos que veremos en la Liga, su primero con el 10 a la espalda.

La primera decisión de índole de Bordalás como entrenador del Valencia fue mantenerle los galones a Daniel Wass. El danés está que se va o se queda y hasta que eso se aclare, sabe que el alicantino le quiere. Mestalla, también. En verdad el alicantino le necesita. Su papel fue crucial para equilibrar la superiorid­ad de efectivos azulona. El Valencia, de hecho, gol mediante, leyó mejor el partido hasta el descanso y Wass contribuyó a ello. Fue un equipo intenso, solidario y veloz, adjetivos que definen el partido de varios y entre ellos Guedes.

El Getafe no encontraba la llave para entrar. Los azulones vivían de Arambarri y sólo sacaron uñas con un puñado de faltas que lanzaron desde la frontal. Pero sólo en una tuvo que afanarse Mamardashi­li, uno de los cuatro debutantes que habían en el césped (Alderete, Sandro y el mencionado Mitrovic). Por contra, los blanquineg­ros se fueron al vestuario tras disponer de dos claras ocasiones, una de Soler y otra de Cheryshev que salvó David Soria en gesto de portero balonmano.

Míchel cambió peones y sistema en el descanso. Sacó a Vitolo y a Mata y pasó a un 4-3-3. El Getafe hizo suyo el balón, aunque no lograba que el Valencia se sintiera incómodo. De hecho su principal enemigo era su propio cuerpo, su fatiga, porque la noche caribeña y la expulsión de Guillamón hicieron mella con el paso de los minutos. Míchel olió por ahí la sangre y metió piernas y artillería: al medallista Cururella y al mexicano Macías. Con ellos abrió el campo, con ellos los blanquineg­ros empezaron a sufrir. Pero justo en ese fase llegó la expulsión de Cabaco, que vio la segunda amarilla por una falta que era más de Maxi Gómez a él que al revés. Aún así, con diez contra diez, el Getafe tuvo el empate a tiro, primero con un remate de Arambarri que repelió el palo y después, con el tiempo ya cumplido, con una parada de instinto y reflejos de Mamardashi­li, un portero que llegó para el filial y veremos si no le amarga otro año a Cillessen.

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Cheryshev y Wass celebran con Carlos Soler el primer gol de la Liga.
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