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Westbrook Última oportunida­d

El traspaso del sísmico base a Los Angeles Lakers desde Washington Wizards ha sido la gran bomba del verano en la NBA

- JUANMA RUBIO

Después de once años en Oklahoma City Thunder, donde se convirtió en más que un jugador, una especie de rey sol tras la traumática salida de Kevin Durant en 2016, Russell Westbrook ha pasado por tres equipos en tres años, la movilizaci­ón improbable de un contrato que arrastra una extensión de 205 millones de dólares, mientras su valor real como superestre­lla se cuestiona cada vez más. Su reunión en Houston con James Harden salió mal, y en Washington con Beal solo duró una temporada. Apareciero­n los Lakers de la nada y zas, la NBA entró en convulsión.

En un curso muy complicado, arrasados por las lesiones y agotados mentalment­e por el poco descanso entre temporadas al que obligó el calendario de pandemia, los Lakers pasaron del título en 2020 a caer en primera ronda de los playoffs. Así que buscaban un golpe de efecto para el tercer proyecto LeBron James-Anthony Davis porque el tiempo se agota: LeBron cumplirá 37 años en diciembre, durante la que va a ser su 19º curso en la NBA.

Los Lakers tenían casi cerrada una operación para fichar al tirador Buddy Hield, pero fue el propio LeBron el que hizo lobby por Westbrook. Segurament­e porque él sabe mejor que nadie que la NBA es, al fin y al cabo, una Liga de estrellas. Así que los Lakers se saltaron los cálculos de riesgo y formaron un big

three tan atómico como difícil de evaluar por encaje: Westbrook es una turbina de energía incesante, pero también un veterano de 32 años con un físico que no es el que era y con una toma de decisiones muy discutible.

Teóricamen­te, LeBron y Davis necesitan a su lado lanzadores. Pero en los Lakers creen que las virtudes de Westbrook son tan poderosas que el órdago, aunque arriesgado, merece la pena. El entrenador Frank Vogel habla de “sacrifico” para formar un equipo que será dinamita en las transicion­es rápidas. Y el propio Westbrook aseguró en su presentaci­ón que “encontrará­n la manera” de hacer que el equipo funcione. Es, en realidad, su último tren en el gran nivel competitiv­o, su oportunida­d de ser campeón. De volver a una final de la NBA que solo ha pisado una vez, en 2012. Ya ha llovido.

Westbrook puede transforma­r su legado… o dañarlo definitiva­mente. Es su apuesta en su regreso a casa. Nacido en Long Beach, se enroló además en UCLA, donde no pudo cumplir el plan de jugar con su mejor amigo, Khlecey Barrs III, por el que lleva el logo KB3 en una pulsera y en las zapatillas. Barrs murió jugando al baloncesto, el deporte que da ahora esta última gran oportunida­d a un jugador que tiene un MVP y ha sido nueve veces all star, dos máximo anotador y tres máximo asistente de la NBA. El que más triples-dobles ha sumado (184) y el único, además de Oscar Robertson, de promediarl­o en un curso entero (en tres seguidos, de hecho: 2016-19). Un terremoto en los aciertos y los errores. Así que este faraónico proyecto de los Lakers 202122 será un éxito para la historia o una catástrofe titánica. Un no va más para que Westbrook se aferre a un apodo que le viene ahora mejor que nunca: Why

Not. Por qué no.

Proyecto

Los angelinos son el tercer equipo de Russ en tres años

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