La catedral del esprint
Philipsen bate a Jakobsen en la clásica volata de Burgos ● Adam Yates y De la Cruz ceden tiempo por una caída
La segunda etapa de La Vuelta 2021, primera en línea, tenía dos ingredientes fijos antes de comenzar el cocinado. Uno era el pronóstico de un final al esprint, prácticamente cantado cuando se llega a la calle Vitoria en el barrio de Gamonal. Jasper Philipsen, belga de 23 años, del equipo Alpecin, hizo honor a esa tradición. El segundo, igual de previsible, era la presencia de un corredor del Burgos-BH en la escapada de la jornada para brillar en casa. También se cumplió.
El fugado del día fue Diego Rubio, abulense de Navaluenga, de 30 años, un tallo de 1,93 con cualidades de rodador, un clásico ya en el pelotón español. Rubio, que surgió como ciclista en La Vuelta Júnior, no estuvo solo en la cabalgada. Junto a él rodaron otros dos aventureros: Sergio Román, madrileño de Galapagar, de 24, y Xabier Azparren, donostiarra de 22. Tres corredores españoles pertenecientes a tres equipos del país, el Burgos-BH, el Caja Rural y el Euskaltel, justamente las tres escuadras que recibieron una invitación de La Vuelta. Su ahínco en este desafío era la mejor forma de ser agradecidos. Y también de lucir maillot.
El trío tuvo una máxima ventaja cercana a los cuatro minutos, pero siempre estuvo controlado por los dos equipos que han trasladado mejores velocistas sobre el plantel: el Groupama de Arnaud Démare y el Deceuninck de Fabio Jakobsen, quien regresaba a una grande después de su terrible caída en la Vuelta a Polonia de 2020, despedido contra las vallas por Dylan Groenewegen. El gran grupo manejó el reloj a conciencia, incluso cuando, a falta de 32 kilómetros, Diego Rubio decidió contraatacar en solitario para alargar el reto.
Sin abanicos. El ingrediente del esprint también siguió el guion, en una volata habitual donde ya habían inscrito sus nombres Mark Cavendish, Óscar Freire, Jan Svorada y Alessandro Petacchi, por tres veces, entre otros lobos de la última recta. Jasper Philipsen logró, a la primera, la victoria que tanto persiguió sin éxito en el Tour de Francia, donde sumó muchos tiros al poste: tres segundos y tres terceros puestos. El belga aventajó al holandés Jakobsen y al australiano Michael Matthews. El embalaje lo lanzó el colombiano Juan Sebastián Molano, pero se le hizo largo y acabó cuarto. Detrás de él, dos españoles: Alex Aranburu y Jon Aberasturi, quinto y sexto. Una buena noticia.
El guiso tenía otros dos ingredientes que podrían haberse añadido al aderezo o no. Uno de ellos, las caídas, se incorporó a la cazuela a última hora, a falta de cuatro kilómetros, con los miembros del Bora como principales afectados y con dos hombres de la general cortados: Adam Yates, que cedió 51 segundos, y De la Cruz, que perdió 1:35. El segundo eran los abanicos, una posibilidad considerada por los gallos en la salida. “Se puede liar”, dijo Mikel Landa. El pelotón viajó por ello con las orejas tiesas, sobre todo en cada cambio de dirección. Cuando el Jumbo de Primoz Roglic se colocaba en cabeza, sonaba la alarma. Así se vio a falta de 62 km, sin consecuencias. Y también a 30, igualmente sin problemas, a pesar de la insistencia del Astana, que buscó la oportunidad de Aranburu, que cazó una bonificación de dos segundos. Habrá más días por delante para el protagonismo del viento, sobre todo en Aragón y en Albacete. Que nadie se relaje. Por si acaso.
De momento, hasta que Eolo se decida a intervenir en la clasificación, la ronda afrontará hoy el Picón Blanco, en Espinosa de los Monteros, una subida inédita en la grande española, bien conocida en la Vuelta a Burgos: 7,6 kilómetros al 9,3 por ciento de pendiente media que quitará caretas y mostrará las verdaderas fuerzas de los aspirantes.
Montaña La subida inédita al Picón Blanco calibra hoy a los favoritos