EXHIBICIÓN DE MAJKA
El polaco remata una gesta de 72 kilómetros en solitario en El Barraco, tierra de ciclistas
Á vila es tierra de grandes ciclistas. La patria de Julio Jiménez, ganador de etapas en las tres grandes rondas, segundo en un Tour, triple rey de la Montaña en Francia. Uno de los escaladores más prestigiosos de siempre. También es tierra de gestas. De la exhibición de Bernard Hinault en La Vuelta de 1983, en una jornada parecida a la de ayer, pero con Serranillos de juez. El Barraco, la meta, es historia aparte. Territorio mítico. El pueblo de Ángel Arroyo, segundo en París, que inspiró la escuela ciclista a Víctor Sastre, luego vivero de grandes corredores como el añorado Chava Jiménez, como Carlos Sastre, su hijo, vencedor de un Tour, como Paco Mancebo, Pablo Lastras, David Navas… En el pelotón actual está también Diego Rubio, que se emocionó al cruzar la llegada. Una cantera inagotable.
El escenario, la leyenda, merecía una gran jornada de ciclismo. O una gran gesta. Se decantó por lo segundo, con una exhibición brutal de Rafal Majka, que se alzó vencedor después de 72 kilómetros de escapada en solitario. El polaco coronó los cuatro puertos de la jornada en cabeza. El primero de ellos, la Centenera, en compañía de Fabio Aru, que también buscaba una hazaña en su despedida del pelotón profesional, en la misma carrera que le vio vencer en 2015, justo con otra proeza en el Sistema Central, pero entonces en la zona de la Sierra de Guadarrama. Los tres puertos restantes los surcó en galopada independiente: Pedro Bernardo, Mijares y San Juan de Nava. Era el día del renacido Majka, corredor de altos vuelos.
Rafal Majka no ganaba desde 2017, precisamente cuando se impuso en una gran etapa de La Vuelta en La Pandera, tras un doble paso por Valdepeñas de Jaén. Ha transcurrido bastante tiempo, cuatro años, pero el polaco siempre ha sido un gran ciclista, un enorme escalador. En su palmarés figuran tres victorias en el Tour: Risoul y Pla d’Adet, en 2014, y Cauterets, en 2015. Siempre en altas cumbres. También ha sido dos años rey de la Montaña en los Campos Elíseos. Y podio, tercero, en la ronda española. Majka reverdeció esos viejos laureles a sus 31 años en una jornada tremenda, calurosa, rápida, que se disputó a todo tren, con un inicio a 51,2 km/h, y que llegó a El Barraco con 45 minutos de adelanto sobre el horario intermedio previsto.
Majka voló solo tras abandonar la compañía de Aru, sin más amenaza que sus propias fuerzas. Tan sólo tuvo la remota oposición de Steven Kruijswijk, otro insigne, a quien el Jumbo dio luz verde para que intentara la victoria de etapa. El neerlandés se había colado inicialmente como baza estratégica, igual que hizo Carlos Verona para el Movistar, pero luego recibió el plácet del equipo. Nunca estuvo a menos de un minuto del héroe del día, que no sólo no desfalleció durante su cabalgada, sino que todavía reservó una sonrisa para enfilar la última recta y unas lágrimas para dedicar el triunfo a su desaparecido padre. Las mismas que el ciclismo español guarda para el Chava Jiménez cada vez que pisa El Barraco.
Al norte. Los gallos no plantearon ninguna táctica lejana, entre otras cosas porque el Intermarché-Wanty, la escuadra del líder, tomó la cabeza del pelotón en una actitud ejemplar, para proteger el maillot rojo de Odd Christian Eiking por sexto día consecutivo. Los ataques se limitaron a unos petardos finales en San Juan de Nava, que aprovechó Adam Yates para recortar 15 segundos en la clasificación general. La carrera descansa hoy y se desplaza al norte, donde esperan los Lagos, el Gamoniteiru, la trampa de Mos, la crono, la lluvia… Otra vuelta de tuerca para La Vuelta.
Renacido El polaco no ganaba desde su triunfo en La Pandera en 2017
Trepidante La etapa, con cuatro puertos, llegó con 45 minutos de adelanto