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A una de Phelps

Teresa Perales llega con una plata a las 27 medallas y acecha al Tiburón Nuria Marqués, subcampeon­a

- MAITE MARTÍN TOKIO

Lesionada “Esta medalla casi roza el milagro; al llegar, me operaré”

Hace tiempo que Teresa Perales, de 45 años, desterró de su vocabulari­o la palabra imposible. Muchos la emplearon cuando sufrió una luxación en el hombro izquierdo durante el Europeo de Madeira el 17 de mayo, con los Juegos de Tokio asomando. Se equivocaro­n. Ayer, la flamante Princesa de Asturias de los Deportes consiguió la medalla de plata en 50 espalda S5 (con 43.2, por detrás de la china Dong Lu) y ya tiene un total de 27, por lo que el récord de metales olímpicos de Michael Phelps (28) está a tiro. Además, la aragonesa tendrá una nueva oportunida­d. Le queda la prueba de relevos 4x100 estilos femenino, su última bala para esta cita.

Su sonrisa lo decía todo y, nada más terminar, Teresa se fundió en un abrazo con Darío Carrera, técnico de la Selección.

Habían quedado atrás la incertidum­bre, los plazos... A lo largo de meses su rutina fue la de nadar con un solo brazo y sus palabras transmitía­n la sensación de que no llegaría recuperada. Veía difícil hasta entrar en una final. Difícil, que no imposible: “Le he echado más coraje que la rasmia, que es una palabra muy aragonesa, que significa echarle un par a la vida”.

Apenas un mes antes de los Juegos probó a quitarse el cabestrill­o y nadar con ambos brazos. Erre que erre. Tenía que llegar, y llegó. El hombro le sigue dando guerra y pasará por el quirófano a la vuelta, pero ahora exprimirá cada prueba como si fuera la última.

Ya lo demostró el jueves, quinta en las finales en 100 libre S5 y el relevo mixto 4x50 libres. “Venía muy tocada del hombro. Me voy a operar la semana siguiente de regresar a España. Esta medalla casi roza el milagro y la voluntad humana”, recordó.

Teresa sigue acrecentan­do su leyenda (suma siete oros, diez platas y diez bronces) y ya toca con la yema de los dedos los números de Michael Phelps, que también aspira a igualar otro nadador, el brasileño Daniel Dias, con 27 metales, los mismos que Perales. Pase lo que pase, Teresa ha dado una lección más de perseveran­cia y esfuerzo, de superación. “Había gente que me decía que me quedara en España. Habrá que seguir. Ojalá cayera alguna más este año, pero va a ser difícil. Quiero igualar a Phelps y el objetivo es superarlo, aunque ya de momento este año no tendré el hueco vacío en la vitrina”, bromeó.

No rendirse ha tenido su recompensa, tanto en Tokio como en la vida. No lo hizo cuando una neuropatía le robó la movilidad de sus piernas ni tampoco cuando perdió a su padre por leucemia. Eso le ha convertido en el icono del deporte paralímpic­o. Ayer, su marido, Mariano, y su hijo, Nano, celebraron su éxito en Zaragoza. También miles de españoles en sus casas, consciente­s de que imposible no es más que una palabra...

Antes de la explosión de Perales, Nuria Marqués confirmó que el futuro ya está aquí. Lo que se adivinaba en Río (oro y plata), que tiene un talento abrumador y que el mañana de nuestra natación pasa por sus brazadas, volvió a materializ­arse. La catalana consiguió una plata en los 100 metros espalda S9, con un tiempo de 1:10.26, superada sólo por la estadounid­ense Hanna Aspden. Gracias a las medallas de Teresa y Nuria, España cerró la jornada con veinte metales.

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Teresa Perales luce su eterna sonrisa después de comprobar que los esfuerzos por recuperar su hombro habían cristaliza­do en una medalla de plata.

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