Djokovic a medio gas
El serbio llega a cuartos por inercia, pero no está a gusto ● Le espera Berrettini
Podría decirse que el US Open no ha comenzado para Novak Djokovic, porque el serbio aún no ha alcanzado ni el 75% de su nivel, y aún así está en los cuartos de final. En octavos remontó (1-6, 6-3, 6-2 y 6-2 en 2:58) después de perder el primer set con claridad y sufrir hasta la mitad del segundo (hubo un juego de 23 minutos) contra el estadounidense de 20 años y 99º del mundo Jenson Brooksby, un jugador con un estilo de juego raro que sacó de quicio al número uno hasta que se le acabaron las fuerzas. Djokovic no jugó bien, cometió 41 errores no forzados, pero es tan bueno y tiene tanta determinación que no le hizo falta recurrir a su mejor versión para derribar al invitado californiano.
Sí le hará falta hoy (sobre las 03:00, Eurosport) cuando se enfrente a Matteo Berrettini, en la revancha de la última final de Wimbledon ganada por el balcánico. El italiano venció con alguna dificultad (6-4, 3-6, 6-3 y 6-2 en 2:24) al alemán Oscar Otte, que terminó el partido lesionado. “Hemos jugado en todas las superficies (3-0 para Djokovic), todo su juego es bueno y va a ser un partido emocionante”, dijo el líder del ranking en el primer lleno absoluto de la Arthur Ashe.
Lo que sí ha conseguido Djokovic es acumular tensión y minutos en pista, cosas que después de no preparar el último Grand Slam del año en los torneos previos le habrán venido bien. Eso no quita que sus sensaciones no sean las mejores, con muchos fallos y desorden en ocasiones. Sólo tuvo un encuentro tranquilo, el de segunda ronda contra Grieekspoor. En el resto, contra Rune, Nishikori y Brooksby, se dejó un set. Juega, además, contra el público estadounidense, que en ocasiones le molesta. “No puedo gustarle a todo el mundo. Todos tienen sus preferencias”, explica. Hace unos días se encaró con un espectador. “No me importa que haya ruido, incluso que la gente hable entre puntos, pero si lo hace intencionadamente una y otra vez, tengo tolerancia cero”, advirtió.
En ese ambiente, Djokovic se aferra a su rabia y a la presencia de su esposa, Jelena, su mayor fan, que durante el partido contra Nishikori lució una camiseta con su foto dentro de la silueta de un animal mítico y la frase I run with my wolf (Corro con mi lobo). “Puede ser muy estresante. Sé que ella no lo disfruta todo el tiempo. Es como vivir al límite. Pero la amo, ella es mi gran apoyo”. Hoy lo necesitará de nuevo.