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El líder se blinda en casa

Villalba y Aitor dan la victoria al Sporting ● Sabin, que sale desde el banquillo, aprieta el marcador final

- J. R. RODRÍGUEZ

Gijón sigue de fiesta. El Sporting se agarra al liderato de la Segunda División gracias esta vez al apoyo de su público que ha blindado El Molinón. La afición rojiblanca, cada vez más numerosa en el estadio, ayudó al equipo de David Gallego a aguantar la embestida final del Leganés en su intento por empatar un partido que se había puesto de cara para los rojiblanco­s con el tempranero gol de Fran Villalba y con el 2-0 de Aitor García superada la hora de juego. Parecía un triunfo claro y solvente del Sporting pero el gol de Sabin Merino, con la colaboraci­ón de Babin –que desvió el disparo--, apretó el marcador y obligó al esfuerzo extra de los sportingui­stas –los del campo y los de la grada-- en los últimos minutos. Al equipo de Garitano le faltaron fuerzas para consumar la remontada aunque la tuvieron en un disparo de Randjelovi­c al larguero a las puertas del tiempo añadido.

El Sporting se encontró con el partido de cara con un gol de Villalba, conseguido con el golpe de fortuna de un equipo en estado de gracia. El tiro del valenciano cogió el efecto necesario para pillar mínimament­e adelantado a Riesgo y abrir el marcador. No se había llegado al minuto 5 de partido. A partir de ahí, el Leganés comenzó a apretar, a hacerse dueño del balón y a intentar someter al líder en su terreno. Pero el Sporting se defendió bien aunque le faltó mayor claridad en las salidas al ataque. El partido llegó al descanso con ventaja local pero equilibrad­o en el juego.

En la reanudació­n, el Sporting esperaba el mismo Leganés pero el equipo de Garitano empezó a perder aire y de ello se aprovechar­on los locales con sus mejores minutos que culminaron con el gol de Aitor. El onubense resolvió con temple un pase magistral de Gaspar. La media hora final parecía un paseo, hubo más ocasiones para que el líder aumentara su ventaja pero se encontró con el tanto de Sabin que provocó un sufrimient­o final casi innecesari­o.

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Djuka y Gragera levantan los brazos mientras el balón se colaba en la meta de Riesgo, en el primer gol.

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