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Nadal ilusiona

El balear hace muchas cosas bien ante el alemán Hanfmann ● El ruso Khachanov será su rival en tercera ronda

- NACHO ALBARRÁN

Sólo, entre comillas, era un partido de segunda ronda de un Grand Slam, uno más de las decenas de ellos que ha disputado Rafa Nadal en su carrera desde que se estrenó en Wimbledon 2003. Pero por la manera de celebrar este miércoles algunos puntos contra Yannick Hanfmann, aplaudidos con euforia por su equipo, dio la sensación de que lo que hizo ante el alemán, a pesar de que se tratase de un rival menor, de 30 años y 126º del mundo, fue muy importante y esperanzad­or para él.

Desde fuera, el balear ilusiona de nuevo, sobre todo porque se le ve ágil y rápido, que es lo más importante, ya que estaba claro que el tenis no lo iba a perder tras más de veinte años como profesiona­l. Así venció al germano por 6-2, 6-3 y 6-4 en 2h42 y se metió en la tercera ronda del Open de Australia por 16ª vez en 17 participac­iones. Se enfrentará mañana al ruso Khachanov (30º del ranking y 28º cabeza de serie) que ganó al francés Bonzi (6-4, 6-0 y 7-5) y a quien domina en el cara a cara por 7-0.

“Era un partido un pelín trampa. Para mí, el nivel de dificultad fue mucho mayor que el del primer día, fue un encuentro incómodo. Era un rival de más entidad de la que parecía, estoy compitiend­o más o menos bien. No me voy a volver loco con las exigencias. Debo estar competitiv­o. Hay que ver el vaso medio lleno, porque hay muchas cosas que merecen que lo veamos así. El primer set muy duro, pese al 6-2, el más difícil, en el segundo tuvo muchas oportunida­des y un break de entrada que me permitió ir economizan­do todo lo demás. El juego de este chico dice que es así, el ranking a lo mejor no”, explicaba Nadal sobre su enfrentami­ento con el alemán.

Rotundo y claro. “Juego algo de golf (risas)… Nunca he sido un chico de gimnasio, no soy muy fan. Me gusta hacer otros deportes, pero desde hace un tiempo ya no puedo hacerlo, por mis problemas en el pie. Trabajo una hora o hora y media en el gimnasio, pero no levanto mucho peso, la verdad, pero mi familia es de constituci­ón grande”, bromeó cuando Courier le preguntó tras el partido por su condición física. Después, ante los medios de comunicaci­ón fue más explícito: “Tengo que ser muy flexible y adaptarme a lo que viene. Con el escafoides partido por la mitad es difícil que la lesión esté olvidada. Esto es una verdad como un templo y no va a estar olvidado por el resto de mi vida. Lo demás es engañaros a vosotros y engañarme a mí. Tengo un problema que no tiene solución ahí abajo. Otra cosa es que me pueda dejar competir con más o menos garantías y eso es lo que estamos intentando”.

La movilidad, sumada a sus buenos porcentaje­s de saque, a interesant­es drives paralelos y reveses cortados con pericia de jamonero, hace que se aprecie ya a un Nadal competitiv­o y preparado para mayores empresas. Y eso que llevaba casi cinco meses sin jugar y siete sin hacerlo en un major. Así son los más grandes, es lo que tienen. Lo comprobó de primera mano Hanfmann, un rival que le dio ritmo y jugó con valentía, tanta como para tener dos puntos de quiebre en el primer set, pero ni por esas evitó el 6-2 del primer set. En el segundo, Rafa le apretó en cada resto hasta el derribo y volvió a hacerlo en el tercero. En esas dos mangas, por el contrario, el de Manacor no tuvo que enfrentar ninguna bola de break.

Errores. Además, Nadal se impuso en los intercambi­os largos y volvió a acumular una respetable cifra de golpes ganadores (30) ante un oponente con buena pegada. En el debe, algunos errores no forzados que no tocaban y que puede subsanar con el paso de los partidos si continúa avanzando rondas en las pistas australian­as. En general, muy buenas sensacione­s, coincident­es con la vuelta del calor en Melbourne. De ese sol que le da energía al ganador de veinte Grand Slams, más cerca cada vez de soñar, por qué no, con el 21º y liderar la historia. Nadal no quiere hablar de posibles resultados en esta edición del Open de Australia, pero asegura que, como siempre, dará lo máximo: “Estando en pista hay posibilida­des siempre, y mucha ilusión, muchas ganas, porque voy encontránd­ome mejor. Puedo quizá elegir mejor cuando pegar algunos golpes y no equivocarm­e de tiro”.

Optimista

“Hay que ver el vaso medio lleno, hay muchas cosas que merecen verlo así”

Sinceridad

“Con el escafoides partido por la mitad es difícil que la lesión esté olvidada”

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Rafa Nadal golpea la pelota en su partido frente a Hanfmann.

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