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Sálvese quien pueda

Los Angeles Lakers, campeones en 2020, se descompone­n en una temporada de pesadilla llena de culpables

- JUANMA RUBIO

El 11 de octubre de 2020, parece una eternidad pero hace menos de un año y medio, los Lakers ganaron el 17º anillo de su historia en la burbuja de Florida. Después de una pretempora­da exprés, cosas de la pandemia y sus sacudidas a los calendario­s, el 22 de diciembre iniciaron la defensa del título con un equipo a priori temible y una inercia desbocada: 21-6 después de 27 partidos del curso 2020-21.

Ahí, hace poco más de un año, comenzó una pesadilla que está metiendo a la franquicia más mediática de la NBA en una vorágine de destrucció­n en la que cada día parece peor que el anterior. Más histérico, más oscuro. La temporada pasada se descosió con lesiones graves de Anthony Davis y LeBron James y problemas de química que afectaron a los recién llegados:

Dennis Schroder, Marc Gasol… En verano, entregada su corona a Milwaukee Bucks, los Lakers intentaron el todo o nada, el más difícil todavía: repensaron totalmente la rotación alrededor de LeBron y Davis, se llenaron de veteranos con contratos mínimos y apostaron por sumar como tercera estrella a Russell Westbrook, que en las tres temporadas anteriores había jugado en tres equipos distintos: Thunder, Rockets y Wizards.

Todo lo que podía ir mal, en una apuesta arriesgada por ganar o lo grande o implosiona­r también de forma sísmica, ha salido todavía peor. Dejando atrás las previsione­s más pesimistas, los Lakers están 27-35 después de ser arrasados por los Clippers (132-111), un vecino de L.A. que les ha ganado sus cuatro duelos de esta temporada. Son novenos del Oeste, han perdido siete de sus últimos ocho partidos y 12 de los 16 últimos. Están a nueve del sexto puesto, el último que evita una repesca del play in que es ahora el mejor escenario posible para un equipo que no va a ninguna parte y que parece más cerca de la morgue que de la zona noble de la Liga.

El encaje de Westbrook (33 años) ha sido el desastre que muchos vaticinaba­n. Mal complement­o en lo deportivo y una actitud dispersa, de estrella que no asume su pérdida de voltaje. Para colmo, las lesiones han vuelto a sacudir a Anthony Davis, que solo ha jugado 37 partidos. Y LeBron, con 37 años, bate récords y maravilla por su longevidad (promedia 28,9 puntos, 8 rebotes y 6,3 asistencia­s en su 19ª temporada) pero muchas noches parece visiblemen­te desconecta­do de un equipo sin aspiracion­es, pendiente de asaltar el trono de máximo anotador de siempre (ronda a Karl Malone y recorta a Kareem Abdul-Jabbar) y metido además en un peligroso juego de declaracio­nes públicas sobre su futuro.

En un equipo en descomposi­ción, LeBron sugirió en el All Star que su salida de los Lakers podría estar próxima aunque después reculó. Dejó claro que quiere jugar con su hijo Bronny (que llegaría en el draft de 2024) antes de dejar las pistas y no parece tener más paciencia que la justa para ver si los Lakers pueden recomponer el próximo verano este desastre. Intentarán quitarse de encima a Russell Westbrook y sus monstruoso­s 47 millones de dólares de sueldo garantizad­o la próxima campaña. Cambiarán casi con toda certeza de entrenador, ya sin fuerzas el mismo Frank Vogel que hizo al equipo campeón hace menos de un año y medio. Y hasta en los despachos puede haber revolución con Rob Pelinka, antiguo agente y amigo íntimo de Kobe Bryant, cuestionad­ísimo como mandamás de la dirección deportiva. Todo ha ido mal, todos tienen parte de culpa y todo puede saltar todavía más por los aires en el último tramo de una temporada desastrosa: sálvese quien pueda.

Posición Los angelinos son 9º de la Conferenci­a Oeste

Westbrook El encaje del base ha sido el desastre que muchos vaticinaba­n

LeBron

El alero sugirió que su salida del equipo está próxima

Cambios La franquicia cambiará de entrenador en verano

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LeBron James, alero de los Lakers, enfadado ante los Clippers.

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