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Zarpazo del Tigre al cholismo

Falcao empata de penalti en el 92’ el gol de Morata ● Lo pita el árbitro tras aviso del VAR por mano de Giménez ● El Atleti se duerme en la segunda parte

- REPORTAJE GRÁFICO CHEMA DÍAZ Y JESÚS Á. ORIHUELA PATRICIA CAZÓN

Abrazado a la foto del Atleti en San Mamés saludaba Simeone a la noche ante el Rayo. Si Iraola retorcía el once con cambios en cada línea y Pozo tomando el testigo de Trejo, Simeone solo tocaba dos detalles. Y obligado: Grbic hacía de Oblak y Witsel, de Koke. Y ya. Que un gigante dormido, el cholismo, había despertado en Bilbao, no fueran a tumbarle de nuevo las rotaciones. Lo demás, los mismos. Y en ese 4-4-2 que para la grada del Metropolit­ano era como reencontra­rse con un viejo amor no olvidado. Pura emoción.

Un Atleti dibujado en 4-4-2 con un doble pivote rocoso que cortocircu­itó al Rayo desde el inicio. Intenso, comprometi­do y de mentón alto, construyen­do con pausa e intención. Cierto es que ha recuperado a Savic y Giménez, unos Savic y Giménez que cuando escapan a la sospecha de lesión juegan bañados en acero. Cierto es que Nahuel al fin es Nahuel, fuera los nervios de un comienzo torcido, confiado, efectivo, afilando la derecha con De Paul y con un espejo apuntando a Griezmann. Cómo no. Porque la intención rojiblanca la ponían sus franceses. A la izquierda, Lemar descerraja­ba líneas de presión con su conducción de balón. Arriba, Griezmann, conmovía.

Porque el cholismo una vez fueron las paradas de Oblak y los goles de Griezmann y ese Griezmann que ya es del Atleti pleno y lleva varios partidos celebrándo­lo. Perdón ya ha pedido de todas las maneras posibles, de voz también, aunque a cada partido siga haciéndolo como mejor sabe, con sacrificio y clase. El

ha vuelto. Y el Rayo lo penó en la primera parte. Un Rayo que, sin Trejo, echaba terribleme­nte de menos a Trejo. Pozo, titular en su sitio, lo intentaba pero no le salía, encajonado entre Savic, Giménez y Reinildo, palabras mayores, ahogado. Como tembloroso el Rayo en la salida de balón. Y por ahí apareció monsieur.

Mientras la spidercam del aire aún temblaba de un balonazo que le había pegado Grbic en un saque y que había sido lo más interesant­e que había pasado en el partido hasta el momento, además de la ovación a Falcao, aunque al final la grada sintiera cómo escuecen sus zarpazos.

Pero en ese momento Falcao era aún solo un lindo gatito. Porque en ese momento Griezmann mandaba, Griezmann dirigía, Griezmann, se multiplica­ba, Griezmann se asociaba con todos. El Griezmann de siempre. También en el robo, que el mono de trabajo lo lleva de la mano con el frac: en un despiste le birló el cuero a Fran García y con tiralíneas le sirvió el balón a Morata. El delantero cruzó la pelota para batir a Dimitrievs­ki. Gol. Celebró alto el Metropolit­ano. Pero es que así, así pide perdón Antoine también. El Atleti empezó a dominar desde el marcador un partido que controlaba absoluto en la hierba. Del Rayo, apenas noticias. El borrón fue

Lemar. Habitual sospechoso en las lesiones también, caía al suelo y pedía el cambio con esa palabra escrita encima en rojo neón. La enésima.

De la caseta Pozo no regresó. En su lugar, Comesaña. El Rayo era otro equipo. Con una presión más enérgica y dominio. El Atleti, cómodo en su viejo cholismo, se dejó empujar hacia su campo, incapaz de elaborar una jugada larga, echando de menos cuánto cosían las conduccion­es de Lemar. Simeone intentó corregir a la hora con refrescos: Cunha y Correa por Witsel y Morata. Pero otra vez se equivocó: los cambios desmejorar­on a su equipo, dieron más vuelo al rival. De Paul superado por completo en su movimiento de la banda al medio, mientras Iraola apostaba por ese cromo de futuro rojiblanco, Camello, que fue tortura. Nada más pisar el césped saludó con un disparo que se fue fuera acariciand­o el palo.

El Rayo ululaba sin cesar por el área de Grbic. Ora Ciss, ora el portero le detenía un mano a mano a Falcao. Simeone dejaba otra vez a João sin minutos para corregir lo de De Paul con Saúl. Marcaba Grizi pero media rodilla en fuera de juego. Se sostenía el Atleti en el viejo saber sufrir cholista. Pero, cuando el final asomaba, Giménez saltaba de brazos abiertos a despejar un remate de Ciss y... Penalti. Sería el Tigre quien diera el zarpazo para ponerle el lazo a la segunda parte del Rayo. 1-1. Y el gigante de Bilbao de nuevo a la lona. Qué poco le dura últimament­e la felicidad al Cholo.

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 ?? ?? Savic derriba a Falcao en una pugna por el balón en el centro del campo.
Savic derriba a Falcao en una pugna por el balón en el centro del campo.

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