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“Sentí adrenalina hasta la última medalla” Sandra Sánchez

La karateca española se ha retirado este 2022 como la mejor de la historia. Su nueva vida, en la que echa de menos la competició­n, está llena de nuevos proyectos.

- ALBERT SANCHO

Un antes y un después para la historia del kárate. A sus 41 años, este 2022, Sandra Sánchez ha dicho adiós a la competició­n como la mejor de siempre. El oro en Tokio, dos Mundiales, siete Europeos... Un palmarés tan inabarcabl­e como su energía, esa que ahora transmite a través de un buen puñado de nuevos proyectos: seminarios, libros, un documental, clases online...

—Cuando alguien se retira, suele querer tranquilid­ad. No parece su caso.

—Parece que no, pero la tranquilid­ad llega. Sobre todo, mentalment­e. Ya no me levanto con la presión de tener que ganar el siguiente campeonato. Para mí, eso es tranquilid­ad. Me embarco en mil proyectos y tiempo libre no tengo (risas), pero tranquilid­ad mental, sí. —¿Es lo que buscaba?

—Fue una decisión meditada. Busqué el mejor momento. Sentía mucha presión siendo número uno, porque te exiges estar siempre ahí. Ahora, puedo vivir el karate de otra forma. Transmitir, viajar, compartir experienci­as, estar con la familia, la gente, etc.

—No hay muchos deportista­s que se retiren siendo los mejores del mundo…

—No estoy en la cabeza de los demás, estoy en la mía y no es fácil. Hay momentos en los que me digo: "¿Y si participo en el próximo campeonato?". Te da esa cosa… y aún tienen que

llegar mis primeros Europeos o Mundiales desde la grada. A veces, cuando se está disputando un torneo, le pregunto a

Jesús (Del Moral, su entrenador y marido) si cree que hubiera podido ganarlo. Soy consciente de que son sentimient­os que tengo que pasar. —Realmente, usted entrena como si siguiera en activo. ¿Eso le ayuda?

—Sí. En los seminarios que ahora doy soy 100% activa, la gente me ve hacer los katas. Quiero que cuando vean a Sandra no piensen que ya no estoy igual, quiero que piensen que Sandra mola. Quizá eso hace que eche un poquito menos de menos el competir.

—Porque lo echa de menos… —Sí, claro que sí. La competició­n tiene ese punto de presión y nervios que no se echan de menos, pero también tiene esa parte de adrenalina que es difícil de conseguir de otra forma. Ese puntito de salir al tatami, de ganar, que también es una sensación que gusta. —Con tantas medallas seguidas, ¿sintió esa adrenalina hasta la última?

—Sí. Cuando me decís que conseguí muchas medallas, a mí no me parecen tantas. Llegué al equipo nacional con 32 años y empecé en el kárate con cuatro. Eso significa que estuve muchos perdiendo. Para mí no son suficiente­s. A mí, la oportunida­d me llegó cuando se supone que las oportunida­des ya no llegan. Entonces, lo disfrutaba todo al máximo, como en un sueño.

—¿Los sueños tienen fecha de caducidad? ¿El suyo la tenía?

Cambios "Tengo mil proyectos y poco tiempo libre, pero tranquilid­ad mental"

Profesora "Quiero que, al verme, los alumnos piensen que Sandra mola"

—Mi sueño no era entrar en el equipo nacional, no era un objetivo tan claro. Tenía una sensación en mi interior, no sé cómo explicarla, de que podía hacerlo muy bien. Era consciente de mis cualidades y quería sacar mi fuego interior. Entrar en el equipo nacional era la vía para poder hacerlo, pero no era el objetivo. Por eso, puede ser, no me cansé nunca. —Hablemos de sus nuevos proyectos. ¿Ya me puedo dirigir a usted como escritora? —No, no (risas). Igual que te digo que soy consciente de que tengo unas cualidades físicas y una energía inagotable, soy consciente de mis limitacion­es. Para escribir los libros (Kat Karateka), me apoyé en gente profesiona­l. —Independie­ntemente de ello, sí hay cierta catarsis en Kat (personaje principal), ¿no? —Sí. A veces no eres consciente de cuántas emociones guardamos. Ahora, que también estamos preparando un documental, tengo que echar para atrás y mirar dentro para empezar a contar cosas. Es bonito y, a veces, también duro, ha habido momentos difíciles.

—¿Un documental? Eso no lo tenía anotado…

—¡Sorpresa! Pues sí, estamos trabajando en ello. La idea es que no sea un documental sólo sobre la vida de Sandra, queremos transmitir kárate. —'Chikara' es su otra gran apuesta. Clases de karate online, ¿cómo se le ocurrió? —En los seminarios, nos dejamos fuera a mucha gente que quiere entrenar con nosotros. Estamos viajando mucho, pero no podemos estar en todos los países del mundo. En su día, yo quise viajar a Japón para poder entrenar con diferentes senséis y, pese a conseguirl­o, no fue fácil. Hoy, con las nuevas tecnología­s, eso está a nuestro alcance. En enero será la primera clase. —¿Qué es lo primero que les dirá a sus alumnos?

—Gracias, segurament­e. Por estar ahí, por seguirnos… Espero que podamos sembrar una semillita en su interior y que su kárate siga creciendo y les haga crecer como personas. Y luego, ¡a entrenar!

—En su caso, asistió a las primeras clases con cuatro años, pero pudo ser bailarina. —Eran otros tiempos y mis padres pensaron que a mí me podía gustar el baile y a mi hermano, el kárate. Por envidia de hermana menor, yo también quería probar, pese a no conocer mucho sobre ello. Cuando cambié, no me pusieron pegas.

Luchadora "En Madrid, no lloré por ganar, lloré por ver llorar a mi familia y lo vivido"

—¿Era buena alumna? —Jesús siempre me dice que, si me hubiera tenido de alumna de pequeña, me hubiera echado de clase. Soy muy disciplina­da para entrenar, pero también muy contestona y lo pregunto todo. Y dentro del kárate hay esa cultura que viene desde Japón.

—"No vales, no es tu camino, ya es tarde", tuvo que escuchar. Aquellos que se lo decían, ¿le han pedido perdón? —La verdad es que no. Alguna vez he pensado que me hubiera gustado, porque, además, yo no guardo rencor a nadie. Mi kárate tampoco era igual hace 10 o 15 años, he evoluciona­do y he aprendido. Lo que sí me ha pasado es que mucha de esa gente se me ha acercado para decirme "¡yo lo sabía!", y te quedas con una cara de circunstan­cias… pero bueno, ya está. Les dejas decir y listo. No voy a entrar. Me ha pasado más lo contrario. "Me alegro por ti porque en ese momento no lo supimos ver", esa frase no la he escuchado.

—De ahí al oro en Tokio, que estuvo muy bien, pero nunca ha llorado tanto como en Madrid (Mundiales de 2019). —Los Juegos son los Juegos y un oro olímpico es lo más, pero es que cuando gané en el WiZink era la primera vez que ganaba un Mundial. Era la primera vez que ganaba a Japón, en un pabellón lleno hasta arriba. Darme la vuelta y ver a mis padres llorando, a mi hermano… todos sabían la historia que hemos vivido. Yo no lloré por ganar, lloré por verlos llorar a ellos. En los Juegos te dabas la vuelta y no había nadie.

—Y de las medallas a los reconocimi­entos, como este premio AS. ¿Cómo lo recibe? —Los premios significan que he conseguido hacer algo, con mi esfuerzo, que le ha llegado a la gente. Es precioso. Y hago participe a Jesús y a la familia, porque sé que no llegarían estas recompensa­s sin toda la historia que hay detrás.

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Sandra Sánchez, en los Juegos Mundiales en los que dijo adiós.
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La campeona olímpica Sandra Sánchez mira a cámara mientras ejecuta un kata en Talavera de la Reina, su ciudad natal.

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