Una bestia anda suelta
Una versión extraordinaria de Anthony Davis lidera la reacción de unos Lakers que están vivos
Histórico
Solo diez veces se ha visto en la NBA un partido de 55+17+3
De ser el hazmerreír a competir. De un 2-10 en sus doce primeros partidos con un 0-6 a domicilio a un 8-2 en los diez últimos (nadie ha sido mejor en ese tramo) con cuatro victorias seguidas fuera. Las dos últimas, en el inicio de una durísima gira por el Este que hoy lleva a LeBron James al siempre especial partido en Cleveland: primero los Lakers ganaron a los Bucks, al gran aspirante al título junto a los Celtics, y después no fallaron (119-130) en Washington, en cancha de los Wizards.
Los Lakers están 10-12 y rondan la zona de play in del Oeste. Señales de vida que disparan la presión sobre Rob Pelinka, el mandamás en los despachos, al que se piden traspasos para forjar una rotación que pueda ir a por todas en playoffs. Russell Westbrook, que se ha adaptado de forma admirable al rol de suplente, sigue en el mercado mientras el empuje de LeBron y Anthony Davis pide refuerzos a gritos: el primero, que en unos días cumplirá 38 años, promedia 26,1 puntos, 8,6 rebotes y 6,6 asistencias. Feliz como escudero (obviamente, de lujo) de un Davis sensacional, de nuevo a la altura del talento generacional que le llevó a la NBA como número 1 del draft en 2012. Después de dos cursos de pesadilla con las lesiones, tras el anillo de 2020 y un nuevo contrato de cinco años y 190 millones de dólares con los Lakers, ha dejado atrás la forzada irrelevancia que le hizo no ser all
star la pasada temporada por primera vez desde 2013.
El mejor Davis, un pívot majestuoso, ha vuelto. Y de qué manera. Después de sus 44 puntos, 10 rebotes y 3 tapones en Milwaukee, arrasó Washington con una de las mejores actuaciones individuales de los últimos años en la NBA: 55 tantos, 17 capturas, 3 tapones y un 22/30 en tiros. Cánticos de “MVP” de la afición rival y la constatación de algo obvio: si está sano, hay pocos jugadores como él. Sus medias de la temporada, después de un inicio discreto, están ya en 28,6 puntos, 12,8 rebotes, 2,6 asistencias y 2,4 tapones. Lidera la NBA en capturas, está a décimas de ser el mejor en tapones y se ha metido ya en el Top-10 en tantos. Rumbo a la lucha por el MVP. Especialmente en los últimos diez partidos: más de 35 puntos y 15 rebotes con 3 tapones por noche. Con un 65% en tiros totales, un 46% en triples y un 88% desde la línea de personal. Monstruoso. Lo que hizo el terremoto Davis en Washington, ese 55+17+3 con un 73% en tiros de campo, está solo al alcance de los mejores. De los elegidos. Desde el legendario Patrick Ewing en 1990, solo ha hecho algo así él. Dos veces, la anterior, en 2016 y todavía con los Pelicans, su primer equipo en la NBA. Con la camiseta de los Lakers, solo Wilt Chamberlain y Shaquille O’Neal han firmado una actuación así. De hecho, fue solo el décimo 55+17 de toda la historia de la NBA. Davis anotó más de 40 puntos en dos partidos seguidos por primera vez desde 2018, y es el primer laker que lo hace desde Kobe Bryant en 2013. Las barbaridades estadísticas no acaban ahí. Si ponemos el listón en 40 puntos y 15 rebotes, Davis lo ha superado en 19 ocasiones. Las mismas que el inolvidable Shaquille. Desde 1985, ningún otro jugador lo ha hecho más de doce veces.
Davis, el tremendo pívot forjado en el durísimo South Side de Chicago, ha puesto el despertador en unos Lakers cuya defensa está entre las diez mejores de la Liga mientras el ataque va, poco a poco, despertando: de último a vigésimo segundo, con un respetable 37% en triples (la gran herida del inicio de temporada) en los últimos diez partidos.
Sigue siendo un equipo imperfecto, todavía en pañales. Pero LeBron y Davis, la pareja atómica que fue campeona en 2020, han decidido dejar claro a todo el mundo que si llega ayuda desde los despachos, si la caballería irrumpe a tiempo, los Lakers todavía pueden ir a por todas. Con esta versión extraordinaria de Anthony Davis hay, como mínimo, licencia para soñar. Y eso no es poco tal y como estaban las cosas.