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Los dos ciclismos de un campeón

- JUAN GUTIÉRREZ

Sebastián Mora tiene seis oros europeos y uno mundial. También logró un diploma olímpico en Tokio, sexto junto a Albert Torres en la madison, pero este resultado lo siente más como “una asignatura pendiente” que como un éxito, así que su desafío de futuro es subir al podio en París 2024.

Mientras llega la fecha del desquite, Mora se codea con las principale­s estrellas de los velódromos. Sin ir más lejos, el pasado fin de semana en Londres, donde terminó subcampeón de resistenci­a de la UCI Track Champions League, la Liga de Campeones de Pista, una competició­n galáctica organizada por Discovery con el objetivo de anticipars­e al futuro para atrapar a los aficionado­s más jóvenes, a esas generacion­es que han crecido con una pantalla en la mano, a base de gráficas, de interaccio­nes, de experienci­as inmersivas, del metaverso… Una Champions que también ofrece un formato corto, de dos horas, con el espectácul­o concentrad­o. Y tiende la mano a la igualdad de género, en participac­ión y en premios. La sociedad de hoy, el deporte del mañana.

El veterano ciclista de Vila-Real, de 34 años, llegó líder a la última prueba de eliminació­n, pero cedió ante Claudio Imhof, otro ilustre pistard. Mora tiene palmarés y clase para competir con los más insignes del anillo. Pero una vez que cayó el telón de la innovación, su realidad volvió a ser la de siempre. De momento no tiene equipo para disputar el calendario de ruta. Los velódromos han dado grandes ciclistas para la carretera, como Wiggins, Thomas, Ganna, Viviani, Boardman… Pero en España no hay costumbre. No se ven compatible­s. Para colmo, el último donde militó, el Manuela Fundación, acabó con impagos. Coletazos del viejo ciclismo. Son las dos caras de la carrera de un campeón como Mora, con un pie en la modernidad y otro en el pasado.

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