Apuntar a ciegas
Solabarrieta cierra el mejor año de su trayectoria
Me voy a quedar al tiro”. “¿Cómo que te vas a quedar al tiro? ¡Cómo que tirar!”. “Sí, tirar”. “Ten cuidado, eh, a ver qué haces”. “Ya te contaré”. Con esta conversación, Ager Solabarrieta, que se proclamó campeón del mundo de tiro con carabina para ciegos en noviembre, en Al-Ain (Emiratos Árabes), avisaba a su esposa, Maite Badiola, de que se le complicaba la tarde. Sólo iba a un curso de informática, pero su vida cambió.
Mientras Ager se familiarizaba con un nuevo sistema de magnificador de pantalla, se le acercó un amigo. “Me dijo que iba a tirar”, recuerda en conversación con AS. “Bajé y pensé: ‘Uf, esto es lo mío’. Del 2004 hasta hoy”, precisa el vasco, que empezó a perder la visión con 16 años debido a una enfermedad degenerativa, retinosis pigmentaria. El presente, ha sido su mejor curso de siempre. En marzo, ya fue campeón de Europa, en Noruega.
En cada competición, Maite, “sus ojos”, sigue el mismo proceso. Primero, coloca una luz infrarroja sobre la diana. Luego, calibra la carabina y encara a Ager hacia el objetivo. Pum.
Primer disparo. Tras él, a través de toques en la espalda y el brazo, le indica cómo de cerca o lejos se ha quedado del acierto y los resultados. Ager, a través de auriculares, escucha pitidos según el lugar al que está apuntando. Su visor, una cámara de reconocimiento de objetos a alta velocidad, transforma la luz infrarroja en sonido. “Cuanto más cerca estoy del objetivo, más se agudiza”, especifica el de Ondarra.
Ahora, piensa en unos Juegos. En Francia, se espera que su modalidad sea de exhibición; para Los Ángeles 2028, la previsión es que ya forme parte del programa. “Es mi sueño, como el de cualquier otro deportista”, admite. Apunta hacia él. Y no suele fallar.
Doblete de oros Esta temporada, Ager ha sido campeón de Europa y del mundo.