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Camiño a la tormenta

Los ciclistas paran a 20 km de la meta por una intensa nevada ● El jurado cancela la etapa

- MARCO GONZÁLEZ

Frío, lluvia, 2.500 metros de desnivel acumulado con constante sube y baja. Territorio comanche en un día de perros. Un estreno de la segunda edición de O Gran Camiño de lo más exigente para los corredores, que luchaban contra los elementos y las bajísimas temperatur­as dejando imágenes propias de otra época: se golpeaban los muslos para entrar en calor, movían las manos sin parar, se les desencajab­a el rostro... La nieve arreció, y cuando la épica asomaba todo se detuvo. Los ciclistas se bajaron de la bicicleta a 20 km de meta y los jueces decidieron suspender la etapa a los pocos minutos. Tras casi dos horas de deliberaci­ón, éstos confirmaro­n que los tiempos se anulaban, aunque sí se tendrán en cuenta las bonificaci­ones cuando finalice la etapa de hoy. El debut en la temporada de la flamante estrella de la carrera, Jonas Vingegaard, no pudo ser más peculiar.

La nieve le dio una bienvenida a los corredores de todo menos calurosa, con una sensación térmica inferior a los 0º. Durante la presentaci­ón de equipos, Ion Izagirre cayó al suelo, prácticame­nte en parado, por un pequeño despiste cuando se dirigía a la zona de salida. Por suerte, mera anécdota. La carrera arrancó frenética, con numerosas avanzadill­as que fueron sofocadas por el pelotón. Y a la llegada del primer esprint intermedio, Vingegaard despejó dudas sobre sus intencione­s: aceleració­n y los primeros 3 segundos de bonificaci­ón a su bolsillo.

La escapada se consolidó con más de 40 km completado­s y la presencia de Gianni Moscon, Eric Fagundez, Joey Rosskopf, Alexander Konychev, Sebastian Schönberge­r, Francesco Gavazzi, Dean Harvey, Venceslau Fernandes y García Soriano. Su máxima diferencia se estabilizó ligerament­e por debajo de los 3 minutos, gracias al trabajo combinado de Jumbo-Visma y Movistar en cabeza de pelotón a lo largo de una jornada en la que los ciclistas extremaron precaucion­es.

Quedaba por ver, tras muchas dudas, si la ascensión al Alto de Montán podría completars­e. Por desgracia, la incertidum­bre no llegó a ese punto. En la aproximaci­ón al puerto, la nieve empezó a caer y creció en intensidad a cada segundo. Incluso llegó a cuajar sobre los propios corredores, mientras una máquina quitanieve­s trataba de abrir paso por delante. Unas condicione­s extremas por las que, tras muchos minutos de sufrimient­o, los ciclistas decidieron detenerse finalmente. Hubo consenso generaliza­do, aunque también confusión ya que Moscon, Schönberge­r y Hernaiz, últimos supervivie­ntes de la fuga, tiraron hacia delante hasta que les mandaron parar. En ese momento, paradojas del destino, comenzó a salir el sol que ya lucía previament­e en la línea de meta. “Parar fue la única decisión correcta. Los corredores estaban hipotérmic­os. Nos sorprendió completame­nte la temperatur­a, el frío y la humedad. Fue una decisión difícil, pero ni un solo ciclista o equipo estuvo en desacuerdo”, explicó Frans Maasen, el director del Jumbo-Visma, al término de una etapa que pasará a la historia de la prueba.

Vingegaard

El danés bonificó 3 segundos que desde hoy tendrán validez

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El pelotón de corredores de O Gran Camiño, comandado por el equipo Jumbo-Visma, rueda bajo la intensa nevada caída en las cercanías de Sarria.

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