Morata Familia, fútbol y golf. En ese orden
Su círculo más íntimo se refiere a él como un padre ejemplar, y su actividad ajena al fútbol es frenética
La vida de un futbolista profesional no gira por completo alrededor de un balón. Como le ocurre a cualquier ciudadano en su día a día, su oficio no es el epicentro de su universo. Más allá de los focos hay una familia, unos amigos, unas aficiones y otro mundo paralelo. El de Álvaro Morata, cuando se quita las botas, es de una actividad frenética. Su círculo más íntimo se refiere a él como un padre ejemplar. Alessandro, Leonardo, Edoardo y Bella, junto a su mujer, Alice, son su gran pasión y la fuente principal de sus alegrías y también de su sufrimiento. El último parto de Alice, en el que dio a luz a Bella (la única de los cuatro hermanos nacida en España) el pasado 9 de enero, sumió en una profunda preocupación a toda la familia ya que la madre necesitó 16 transfusiones de sangre para superar las complicaciones derivadas del alumbramiento. Tras el enorme susto, Bella y sus padres llegaron felices al hogar de los Morata Campello, donde a la pequeña le esperaban sus tres hermanos venecianos.
Álvaro y Alice siempre han sido una pareja solidaria con los más necesitados. No han sido escasas sus furtivas visitas (sin publicidad mediática) a niños enfermos de cáncer en algún hospital madrileño para intentar colaborar en todo lo posible. El jugador también ha creado recientemente una fundación para ayudar a niños y jóvenes desfavorecidos a través del deporte y destinada a favorecer la integración y luchar contra el acoso. Gracias a ella, varios chicos y chicas ucranianos han recibido el soporte y cariño que tanto necesitaban.
Al margen de sus diversas inversiones, en la que su padre, Alfonso, abuelo de once nietos, es consejero y gestor principal, Álvaro disfruta del éxito empresarial de su mujer, cuya firma de cosméticos está triunfando por todo lo alto, con acuerdos de colaboración y suministro en países como Italia, Portugal, Israel o China, facturaciones millonarias y negocio en plena expansión.
Con un ritmo vital tan trepidante, sus escasos ratos libres los emplea en su gran afición: el golf, hobby que empezó a cultivar en Turín, cuando jugaba en la Juventus. La familia Agnelli poseía un campo en el que Pavel Nedved, entonces vicepresidente del club, era asiduo y animó a Morata a practicarlo. Allí prendió la mecha de su amor por los palos. Ya en Londres, militando en el Chelsea, empezó a perfeccionar su drive (cuentan que es su mejor golpe), el putt y el approach. Aún no tiene hándicap porque no ha disputado ningún torneo pero recientemente, en el campo de la Federación Española en Madrid, logró un espectacular albatros, es decir, restarle tres golpes al par de un hoyo. También es cierto que jugando al lado de figuras como Sergio García o Eugenio López-Chacarra, nuevo fenómeno del golf español con el que Álvaro coincide con cierta frecuencia, hay más opciones de progresar. Todavía no ha alcanzado el nivel de ilustres aficionados como Gareth Bale o Paco Jémez, pero está en camino.
Pero seguro que renunciaría a una larga temporada sin coger los palos a cambio de embocar esta tarde en la portería de su amigo Courtois.
El golf
No alcanzó el nivel de ilustres como Paco Jémez o Bale, pero apunta maneras